Lope de Vega, retratado por Eugenio Cajés |
La biografía de Lope de Vega fue
la sustancia que alimentó permanentemente su poesía. La línea cronológica de
los amores del Fénix se sigue desde los romances en los que exhibía su despecho
con Elena Osorio (Filis), pasando por los magníficos versos que dedica a su intimidad
familiar con Juana de Guardo (“Cuando amorosa amaneció a mi lado / la honesta cara de mi honesta
esposa [...] Cuando Carlillos, de azucena y rosa / vestido el rostro el alma me
traía”), hasta los sonetos henchidos de amor a Marta de Nevares (Amarilis) y Micaela Luján (Camila Lucinda).
Ya se
lo reprochó su amigo y también poeta Lupercio Leonardo de Argensola, puesto que la práctica de la lírica
exigía cierto decoro y, ante todo, la imitación de unos modelos (los clásicos
de la Antigüedad y del Renacimiento) en los que el volcado emocional de Lope no
conocía precedentes. Pero el Fénix era incapaz de contenerse, y lo declara en
los versos finales en los que replica a su amigo aragonés.
A Lupercio
Leonardo.
Pasé la mar cuando creyó mi engaño
que en él mi antiguo fuego1 se templara;
mudé mi natural, porque mudara
naturaleza el uso, y curso el daño2.
que en él mi antiguo fuego1 se templara;
mudé mi natural, porque mudara
naturaleza el uso, y curso el daño2.
En otro cielo, en otro reino extraño, 5
mis trabajos3 se vieron en mi cara,
hallando, aunque otra tanta edad4 pasara,
incierto el bien y cierto el desengaño.
mis trabajos3 se vieron en mi cara,
hallando, aunque otra tanta edad4 pasara,
incierto el bien y cierto el desengaño.
El mismo amor me abrasa y atormenta,
y de razón y libertad me priva. 10
¿Por qué os quejáis del alma que le cuenta?
y de razón y libertad me priva. 10
¿Por qué os quejáis del alma que le cuenta?
¿Que no escriba decís, o que no
viva?
Haced vos con mi amor que yo no sienta,
que yo haré con mi pluma que no escriba.
Haced vos con mi amor que yo no sienta,
que yo haré con mi pluma que no escriba.
1antiguo fuego: el amor, como se aprecia en el v. 9. 2mudé,... el daño: cambió sus costumbres (uso) para que variara su estado de ánimo o naturaleza y con ello acabaran sus sufrimientos (el daño en curso). 3trabajos: penalidades. 4otra tanta edad: tantos años como ya ha vivido.
Y
no es que no siguiera la tradición, puesto que se apoya en muchas ocasiones en
fórmulas habituales de su tiempo, pero la verdadera emoción amorosa aflora en
su lírica cuando no imita los modelos, cuando se libera de las convenciones
formales y su voz poética se convierte en una avanzadilla del sentir del
Romanticismo. Así resulta también en el siguiente,
en el que se identifica al poeta, desnudo de todo disfraz pastoril o morisco,
con una primera persona que se dirige sin tapujos a Lucinda. El yo y el vos en
primer plano, solo distraídos por una inoportuna alusión a Eróstrato.
Ya no quiero más bien que sólo amaros,
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dais cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros1.
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dais cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros1.
Para vivir me basta desearos, 5
para ser venturoso2, conoceros,
para admirar el mundo, engrandeceros,
y para ser Eróstrato3, abrasaros,
para ser venturoso2, conoceros,
para admirar el mundo, engrandeceros,
y para ser Eróstrato3, abrasaros,
La pluma y lengua, respondiendo a coros4,
quieren al cielo espléndido subiros, 10
donde están los espíritus más puros;
quieren al cielo espléndido subiros, 10
donde están los espíritus más puros;
que entre tales riquezas y tesoros,
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros,
de olvido y tiempo vivirán seguros.
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros,
de olvido y tiempo vivirán seguros.
1ojos claros: ojos azules. 2venturoso: afortunado. 3Eróstrato: nacido en Efesos (Asia Menor,
la actual Turquía) en el siglo IV a. C,
quiso alcanzar la fama a toda costa, por lo que incendió el templo de Artemisa,
gloria de su ciudad y una de las siete maravillas del mundo antiguo. 4a coros: simultáneamente, a la vez; a coro, diríamos hoy.
Por cierto, que merece la pena detenerse en una anécdota
relacionada con este soneto 133 de las Rimas. Fue publicado tal y como reproducimos aquí, dedicado a Lucinda, es decir, la actriz Micaela
Luján, su amante durante los primeros años del siglo XVII. Sin embargo, el
hallazgo de una versión tal vez autógrafa y más antigua del poema reveló que le
había servido también para cortejar a Antonia Trillo, cuyo nombre figuraba en
la anterior. Bien se ve que al Fénix no
le dolían prendas en reutilizar sus poemas de amor más sinceros.
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