martes, 7 de junio de 2016

Comentario de Keats ("Oda a un ruiseñor")

Va el comentario que os debía. El texto lo tenéis aquí. Suerte y mucha calma mañana.



1.-  Exponga el contenido del fragmento y relaciónelo con la totalidad de la obra.
En esta “Oda a un ruiseñor”, la voz poética, identificada con la del autor John Keats, se dirige a un ruiseñor, en cuyo canto percibe la naturaleza eterna y transcendental de la belleza frente a la fugacidad del mundo físico. El canto de esta ave se ensalza desde el principio cuando manifiesta que tanta felicidad sonora le causa dolor, no por envidia, sino por sobreabundancia de gozo. La voz poética quisiera alejarse del mundo y perderse con el ruiseñor por el bosque en penumbra. Al yo lírico  no le importaría incluso morir escuchando ese canto melodioso. La caducidad humana contrasta con la inmortalidad del ruiseñor, cuyo canto es escuchado desde los tiempos antiguos e incluso en tierras de leyenda ya olvidadas.  Aparece también el tema de la evasión romántica, ya que la voz poética quiere alejarse del mundo, quiere huir de la fiebre, del hastío, de la angustia, de los gemidos de los hombres, de la juventud marchita, donde pensar significa tristeza y la belleza pierde su esplendor.
En la primera estrofa, la voz poética, se duele y siente aturdida, como bajo los efectos de un narcótico (beleño y opio turbio), al escuchar el canto de un ruiseñor; lejos de envidiarle su suerte, se siente solidario con ella, por disfrutar la felicidad de su canto en un bosque idílico, locus amoenus romántico.  Anhela en la segunda estrofa no disponer de algún vino o néctar mitológico (“el sur caliente, el ruboroso Hipocrene”) que le ayudara a trasladarse rápidamente junto al ruiseñor y disiparse en el bosque junto a él. En la tercera estrofa, aparecen las razones  de ese deseo de evasión, los aspectos negativos del mundo real, especialmente la caducidad de la vida, que le impide mantenerse inmortal como el ruiseñor. Surge en la cuarta estrofa rotundo y claro el deseo de huida (“Lejos, lejos”), para el que se valdrá no del vino (“Baco y sus leopardos”), sino de su propio canto “poéticas alas”; ya reunido con el ruiseñor en lo alto, describirá el dulce ambiente nocturno (“tierna es la noche”), escoltados por el claro de luna (“Reina de la noche”), la brisa y las estrellas (“estelares hadas”).  Sigue en la quinta estrofa con la naturaleza que intuye a sus pies, imaginada en plenitud mediante una enumeración que utiliza varios sentidos: olfato (“aroma”), vista (“blanco espino”) y oído (“zumbar de moscas”). En la sexta estrofa, en tono reflexivo, aparece la muerte como una vieja conocida a la que ha dedicado algún poema y que le resulta más que tentadora en esa medianoche auspiciada por el canto imperecedero del pájaro plenitud. La séptima estrofa se dedica a resaltar carácter inmortal de la belleza de su canto (“¡No has nacido para la muerte…”), que ha atravesado la historia, desde los tiempos más lejanos (“en tierras de leyenda, ya olvidadas”) y todos los contextos (“el labriego y el rey”). Por último, la voz poética en la estrofa final, siente que el canto del ruiseñor se va desvaneciendo en la distancia, no sabiendo si todo ello hubiera sido ilusión o sueño.
2.- Analice los aspectos formales del texto.
La oda está compuesta de ocho estrofas compuestas cada una por diez versos de arte mayor con rima libre y tendencia al encbalgamiento métrico. Las marcas y la presencia de la 1ª persona, del yo lírico, aparecen desde el inicio (“Me duele…; mis sentidos… ”), como los símiles o comparaciones (con el beleño y el opio turbio que conducen al Leteo, o río del olvido), para expresar su estado de ánimo, que junto al canto del ruiseñor y la naturaleza, son el objeto de una descripción necesariamente sensorial. Abundan en ella recursos variados. Los aspectos negativos del mundo real se expresan mediante una enumeración (“la fatiga, la fiebre, la prisa”), igual que la naturaleza (“el seto, la espesura de frutales: el blanco espino, y la englantina pastoral”); el envejecimiento y la poesía mediante metáforas (“la vejez quita pocos, tristes, pálidos pelos”; “poéticas alas”); la juventud mediante una personificación (“la juventud marchita, hecha un espectro, muere”); la paradójica cercanía entre el placer, el dolor y la muerte se expresa con recursos de oposición como antítesis (“morir parece dulce”); mientras que la sensación de levedad y vuelo con la aliteración de algunas consonantes suaves como la "l, d" en algún paralelismo (“Disolviéndose lejos, olvidando del todo”) o la –s- (“musgosos caminos serpentinos”). Mención aparte merecen la adjetivación profusa, en algunos casos antepuesta como epíteto ("el campo verde, el baile, la canción provenzal, el júbilo soleado, purpúrea boca, melodioso lugar, ligera dríade,") y las metáforas basadas en el mundo de la mitología (el vino como “ruboroso Hipocrene” o “Baco y sus leopardos”) o la Biblia (Ruth simboliza el mundo antiguo, en tanto que es personaje del Antiguo Testamento, anterior a Jesucristo).
3.- Comente la producción literaria del autor con especial atención a la obra seleccionada.
John Keats (1795-1821) fue un poeta inglés que se inscribe en el movimiento del Romanticismo. Aunque empezó a estudiar medicina, dedicó su corta vida (murió de tuberculosis a los 26 años) a la poesía, por la que hoy goza de reconocimiento universal. Tras algunas publicaciones sueltas en revistas literarias, su primer libro, Poemas de John Keats (1817) recoge fundamentalmente sonetos relacionados con el mundo clásico. En su segundo libro, Endimión (1818) adaptó este mito para expresar la búsqueda en el mundo real de un amor ideal visto en los sueños. El primer verso de este poema mitológico se ha hecho tan famoso que parece ya inseparable del nombre del autor: “A thing of beauty is a joy por ever” (“Una obra de arte es un placer eterno”). Su mejor libro Lamia, Isabella, la víspera de santa Inés y otros poemas publicado en 1820. En el libro también aparece el poema inacabado “Hiperión” y tres odas consideradas entre las mejores de la lengua inglesa: “Oda a una urna griega”, “Oda a la melancolía” y aquí comentada “Oda a un ruiseñor”, en las que se compara la naturaleza eterna y transcendental de los ideales con la fugacidad del mundo físico. En ellas sobresale el tema de la naturaleza, que se considera un medio de expresión de los sentimientos del alma y del sentido trascendente de la vida. Así, el contraste entre la eternidad de la belleza y la fugacidad de la vida humana se convierte en el tema central de sus odas. En la “Oda a un ruiseñor” ya hemos visto cómo confronta el sufrimiento humano con la inmortalidad del canto del ruiseñor. El yo lírico se eleva entre los árboles, para reunirse con el ruiseñor que allí canta; eso le sirve para comparar la naturaleza eterna y transcendental de los ideales con la fugacidad del mundo físico: el poeta, que se siente morir, ansía esa eternidad. Por su parte, la “Oda a una urna griega”, trata sobre el poder inmortalizador de la belleza, manifestado en las producciones artísticas que elaboraron los antiguos griegos. Presenta el contraste entre las cenizas de los muertos que contienen las urnas y la estética inmortal de esas urnas.  Después de su muerte en Roma, donde está enterrado (“Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua”) se publicaron algunos de sus mejores poemas y  sus cartas, en las que se refleja su profundo espíritu crítico y que son de un gran interés para conocer el pensamiento poético de su época y el suyo propio.
John Keats desarrolló un estilo de cadencia muy similar a la narrativa (ya anticipada por Wordsworth), con versos largos y frecuentemente encabalgados. En  su poesía, abundan imágenes sugerentes y descripciones sensuales  que le sirven para expresar la aspiración continua al logro de la belleza. El arte, la creación poética, es para el poeta una suerte de religión que conduce hacia la belleza y para alcanzarla, había  que desarrollar “conciencia negativa”, que consistía en olvidarse de sí mismo  y sumergirse en las situaciones, bien sea le canto de un ruiseñor, bien la contemplación de una antigüedad como la urna griega.  También el mundo griego fue motivo central en su poesía, como se puede apreciar en  “Endimión” e “Hiperión”. En sus odas está igualmente presente (véanse las referencias antes citadas), aunque en estas sobresale el tema de la naturaleza, que se considera un medio de expresión de los sentimientos del alma y del sentido trascendente de la vida.
En la arriba comentada y en la “Oda sobre una urna griega”, el contraste entre la eternidad de la belleza y la fugacidad de la vida humana se convierte en el tema central, con la naturaleza siempre de fondo (en la “Oda a una urna griega”  se habla de hojas floreadas, de los valles de la Arcadia, y de varones y doncellas labrados junto a hierbas y ramas; mientras que en la “Oda a un ruiseñor”  la importancia de la naturaleza se manifiesta en los frondosos abedules donde se esconde el ruiseñor, en su deseo de beber el vino que conserva el sabor de praderas, o en el arroyo tranquilo donde se va diluyendo el canto del ruiseñor). Recuérdese que en el otro poema romántico leído (“Kubla Khan”  de Coleridge), también la naturaleza disfrutaba de protagonismo y también se evocaba o reconstruía una situación entre vigilia y sueño, antes de que esta se desvaneciaera.  
4.- Sitúe al autor en su contexto literario e histórico
Keats es uno de los principales representantes del Romanticismo inglés. Este movimiento, gestado en Alemania en el siglo XVIII por los poetas del Sturm und Drang en pos de la libertad política y artística, se manifestará en toda Europa durante el primer tercio del siglo XIX, asociado a la Revolución Francesa (1789) y a las ideas que lo inspiraron de libertad, igualdad y fraternidad. Caracterizado por su rechazo a toda norma sobre la creación artística y por su rebeldía, su individualismo y subjetivismo se manifestarán también en la deliberada evasión a otros tiempos y espacios (buen ejemplo de ello es el auge de la novela histórica) y en la comunión con la naturaleza, que, como se ha visto, reflejará los sentimientos del poeta.
Si en Alemania los pioneros fueron Goethe con su Werther en la novela, Schiller con su Don Carlos en el teatro y Novalis con los Himnos a la Noche en poesía, los precursores del Romanticismo en Inglaterra fueron los poetas de los lagos o laguistas, nacidos en torno a 1770 y llamados así porque vivieron en esa zona del norte de Inglaterra, en la que buscaron la meditación y la expresión de la propia subjetividad a partir de aquellos paisajes. Coautores de Baladas líricas (1798), cuyo prólogo se considera el manifiesto del Romanticismo poético inglés, Wordsworth (autor de “El preludio”) y Coleridge (autor de “Kubla Khan”  y de la “Balada del viejo marinero”) abrieron el camino a los poetas de la siguiente generación, más rebelde en sus actitudes vitales. Por ello, estos últimos se le conoce como los poetas rebeldes o satánicos, grupo al que por razones generacionales se suele adscribir a Keats, si bien llevó una vida menos dinámica que sus coetáneos y no faltan críticos (por ejemplo, José María Valverde, traductor de esta versión) que le consideran un poeta-poeta, sin más calificativos. Sus representantes más carismáticos fueron el aristócrata Lord Byron, estampa indiscutible del movimiento y creador de personajes marginados como “El corsario” o “Caín”, y su inseparable amigo Percy B. Shelley, que compuso entre otras “Adonais”, elegía por la muerte de Keats, en la que hay una aceptación serena de la muerte. Estos últimos, con sus vidas al límite y su prematura muerte, se convirtieron en el espejo de los poetas románticos de otros países como José de Espronceda en España, que los imitaron en obras (“Canción del pirata”; “El diablo mundo” deben mucho a "El corsario" y Childe Harold de Byron) y vidas arrebatadas, muy comprometidas con el liberalismo político, como sus antecesores con la Revolución Francesa. En Francia, el Romanticismo tuvo un signo más aristocrático y conservador, hasta el estreno de Hernani, drama de ambiente español de Víctor Hugo, autor también de la novela histórica Nuestra Señora de París. En Italia, los dos autores que encarnaron el espíritu del movimiento fueron Manzoni en la novela histórica (Los novios) y Giacomo Leopardi con sus Cantos, plenos de lirismo y melancolía.

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