1.- Exponga el contenido del fragmento y
relaciónelo con la totalidad de la obra.
El protagonista de este cuento es
Vanka Chukov, un niño de nueve años, huérfano de madre y padre, que vive en
Moscú en casa del zapatero Alojin para aprender el oficio. Solo y sin cariño
por parte de unos tutores que lo explotan y maltratan, Vanka escribe una carta
a su abuelo Constantino Makarich en la noche de Navidad, mientras todos han ido
a misa, para pedirle que venga a por él y se lo lleve de vuelta a la aldea en
donde, un día, vivió con él y con sus padres.
Portada de una edición rusa de "Vanka" |
El retrato crítico que se hace de
esa sociedad nos hace retroceder a la época del feudalismo estancado en Rusia,
con amos y siervos. En la aldea, Vanka, sus padres y su abuelo servían en casa
de los señores; en Moscú, nuestro protagonista trabaja como un esclavo en casa
de sus amos. Desde la ciudad, el niño idealiza la vida que llevaba en la aldea
y la recuerda con nostalgia como una época en que sentía el cariño y la
protección de la familia. Allí hay dos figuras, Constantino Makarich y Olga
Ignatievna, que representan ese tiempo feliz. Es curioso que Vanka no haga
ninguna referencia a sus padres en su evocación del pasado, salvo para decir
que están muertos. En su lugar, él ejerce en su recuerdo el papel de la figura
paterna y ella, el de la materna. Olga, además, tiene otro significado como
hija de los señores a los que sirve la familia de Vanka. Ella es la única que
ha mostrado algún cariño por el niño, que le ha enseñado a contar, leer y
escribir – lo que justifica que ahora esté redactando la carta que constituye
el grueso de la narración –, que se ha mostrado “caritativa”, en definitiva. La
denuncia de Chejov está en la esterilidad y en lo interesado de ese acto de conmiseración,
pues la señorita solo se ocupa de Vanka mientras su madre, la criada, está
viva. Cuando muere, el niño no tiene ninguna función en la casa y por tanto
ejercer la caridad con él es un acto inútil. Entonces comienza la degradación.
Pasa a ser un siervo en la cocina y, de ahí, seguramente por no saber hacer
nada, lo expulsan de la casa y lo mandan a Moscú como aprendiz de zapatero; en
realidad, esclavo de la familia de Alojin. Y llegamos al final, que aparece
falsamente abierto. El niño se duerme con la esperanza de que la carta llegue a
su destino, e incluso sueña con ello y con que el abuelo se la lea a las
cocineras de la casa en donde sirve. Podríamos pensar que existe una
posibilidad de que eso ocurra, pero no. En la última línea aparece el perro
Serpiente en el sueño de Vanka, meneando el rabo de derecha a izquierda, para
decirle que no.
2.- Analice los aspectos formales del texto.
En cuanto al comentario formal,
el texto pertenece a la variedad discursiva de la narración. Los hechos se
relatan desde el punto de vista de un narrador omnisciente en 3ª persona, pero
por detrás de él aparecen otras dos modalidades narrativas: el narrador
protagonista -el niño Vanka- y el narrador en estilo indirecto libre. El
primero aparece siempre entrecomillado pues es el que, en 1ª persona, escribe
la carta a Contantino Makarich. De esta manera, consigue hacer más creíble la
desesperación de Vanka y llegar de forma más eficaz al lector. Pero la
característica formal más importante del cuento, es el abundante uso del estilo
indirecto libre. Toda la evocación idealizada que el niño hace de su aldea,
mientras toma un descanso en la redacción de la carta, ("En aquel momento,
el abuelo de Vanka estaría, de fijo, a la puerta. (...) La Vía Láctea se
distinguiría muy bien") está escrita siguiendo esta técnica narrativa. La
oración exclamativa "¡Dios mío, qué encanto!", es otro ejemplo de la
utilización de este estilo.
En la carta destaca, sobre todo,
el realismo en la imitación del estilo infantil del protagonista. La inocencia
de quien se presenta con un “soy yo” –; la información innecesaria (“no tengo
papá ni mamá”, ¿cómo no lo va a saber el abuelo?); la utilización del
diminutivo (“abuelito”); las reiteradas repeticiones (“abuelito ven”, “ven, abuelito,
ven”); la sintaxis sencilla, con oraciones cortas y simples, con más
yuxtaposición que subordinación (“Ten piedad del pobrecito huérfano. Todo el
mundo me pega, se burla de mí, me insulta. Y, además, siempre tengo hambre.”);
todo en este texto refleja el estado de habla y la forma de pensar de un niño
de nueve años. Por otra parte, la carta es un texto argumentativo, dado que
está dirigido al abuelo, a quien que se pretende convencer de que venga. De
ahí, la insistencia que el niño se dirige a él y la repetición machacona de la
tesis (“abuelito, ven”).
Sobre las formas verbales, lo más
significativo, es la utilización del condicional en el fragmento en estilo
indirecto libre antes comentado ("el abuelo estaría",
"embromaría a los cocineros", "les daría vaya a las
mujeres", "les preguntaría", "las mujeres
estornudarían"...). Este tiempo verbal nos revela que no estamos ante el
relato de hechos reales, sino que se trata de las ilusiones, de los deseos y
sueños de Vanka, que se imagina la aldea como el paraíso perdido del que nunca
debería de haber salido. La frase con que el narrador regresa a la realidad es
totalmente reveladora: "Vanka, imaginándose todo esto, suspiraba".
Del resto de las formas verbales, destacamos la diferencia entre el pretérito
imperfecto de indicativo, usado para las descripciones ("Era un
viejecillo", "tenía sesenta y cinco años", "Durante el día
dormía o bromeaba con los cocineros y por la noche se paseaba"...), en que
la acción está detenida; y el pretérito perfecto simple de indicativo, que hace
avanzar la acción ("Ayer me pegaron. El maestro me cogió por los pelos y
me dio unos cuantos correazos", "la maestra cogió la sardina y me dio
en la cara con ella"). En el cuento es muy importante, también, el uso del
presente de indicativo, que es el tiempo en el que el niño escribe a su abuelo,
tanto para contarle su situación, como para relatarle hechos cotidianos que se
repiten y que no son puntuales (pues, para estos, utiliza el perfecto simple,
como acabamos de ver): "Los otros aprendices, como son mayores que yo, me
mortifican, me mandan por vodka a la taberna y me hacen robarle pepinos a la
maestra, que, cuando se entera, me sacude el polvo." Por último, utiliza el
futuro imperfecto de indicativo para el fragmento de su carta en que acumula
los argumentos para convencer a su abuelo de que venga a rescatarle ("Si
no me sacas de aquí, moriré", "Te seré todo lo útil que pueda",
"Rogaré por ti", "Buscaré trabajo, guardaré el rebaño"...).
Dentro de la narración
encontramos varios pasajes descriptivos. En ellos hay que diferenciar el punto
de vista que adopta el narrador. El primero de ellos es aquel en el que se
describe la figura de Constantino Makarich y sus perros. Aparentemente es una
descripción objetiva, pero el uso del diminutivo ("Era un
viejecillo") y la alusión a la "perfidia jesuítica" del perro
Serpiente, dejan entrever el pensamiento del autor. En el otro, se describe la
aldea nevada, pero, ahora, desde el punto de vista de Vanka. Por eso, aquí la
acumulación de adjetivos, algunos antepuestos, ("atmósfera límpida y
fresca", "sus tejados blancos", "alegres guiños"),
metáforas ("los árboles plateados"), símiles y personificaciones
("parecían hacerle alegres guiños", "La Vía Láctea se
distinguiría muy bien como si...") le dan un carácter lírico y subjetivo,
el propio de la idealización de la aldea por parte del niño.
3.- Comente la producción literaria del autor con especial atención a
la obra seleccionada.
Anton Chejov (1860-1904),
repartió su vida entre la medicina y la literatura. Como escritor, cultivó
tanto el teatro (entre sus obras destacan El
jardín de los cerezos y Tío Vania)
como la narrativa breve. En este género, su primer gran éxito fue el cuento que
nos ocupa, publicado en 1884. Su personaje
central, Vanka Chukov, recuerda en él la figura de los niños huérfanos
desamparados que pueblan la obra de
Charles Dickens (Oliver Twist, David Copperfield), así como la de los
pícaros del Siglo de Oro español por su recorrido vital al servicio de varios
amos, como, sobre todo, por el hecho de que cuente su vida a través de una
carta. De ahí, que Chejov se vea en la necesidad de justificar que alguien tan
humilde como Vanka esté redactando esta carta, y por eso uno de los recuerdos
que el niño selecciona es el de Olga Ignatievna enseñándole a leer y escribir.
El tema principal del cuento es
la falta de caridad de una sociedad hipócrita y cruel que mantiene las
apariencias cristianas, cumpliendo con el precepto de ir a misa en Navidad,
mientras deja abandonado a Vanka, encerrado en la casa. Por eso contrasta tanto
la sinceridad inocente con que el niño siente la religión, que se aprecia en la
mirada que dirige al icono en busca de protección cuando se dispone a escribir,
y en las reiteradas peticiones a Dios (“pido a Dios”, “te prometo pedirle
siempre a Dios”, “le rogaré a Dios”, “en nombre de Nuestro Señor”) con la
hipocresía de una sociedad que, en vez de la caridad, lo que practica con Vanka
es la violencia constante. Así se explica su “temor de ser sorprendido”, cuando
va a comenzar la carta; las agresiones que sufre por parte de sus maestros y de
los otros oficiales (“todo el mundo me pega”); y que, incluso, llegue a
considerar natural el sufrir esas palizas y que no le importe que su abuelo
también le golpee (“si no estás contento conmigo puedes pegarme todo lo que
quieras”).
También son importantes en este
cuento las figuras de los dos perros Canelo y Serpiente. Sobre todo este
último, pues es claramente simbólico. Con su cuerpo alargado, su astucia, sus
malas intenciones siempre ocultas bajo una falsa dulzura, con su hipocresía,
representa a los jesuitas (“se adivinaba, bajo aquella máscara de cariño, una
perfidia jesuítica”). Bajo los mordiscos del Serpiente en las pantorrillas de
la gente, la rapiña en los corrales de los campesinos y su capacidad para
sobrevivir a cualquier intento de destruirlo está la orden de la Compañía de
Jesús y, tras ella, todo un clero que adula a los señores mientras que exprime
y deja morir en la miseria a los siervos, los más necesitados. Estos perros,
además, sirven de contraste para poner más en evidencia la deshumanización que
subyace en el cuento, también en la figura del abuelo – nadie se salva –,
puesto que su vida es más fácil y más regalada que la del propio Vanka, quien
no se engaña al respecto (“esto no es vivir; los perros viven mejor que yo”).
Otros relatos notables de Chéjov
fueron escritos en la década de los 90. En ellos aparecen hombres de voluntad
vencida que toman conciencia de su fracaso y de su envejecimiento. Uno de estos
personajes, es el cochero de La tristeza,
solitario trabajador que no encuentra a quien contar ni a quien le importe la
reciente muerte de su hijo en la misma ciudad deshumanizada que habita Vanka. El
ambiente decadente de cierta burguesía también fue objeto de atención de Chejov
en La dama del perrito, sobre los
amores de unos veraneantes.
Chejov conversa con Tolstoi |
4.- Sitúe al autor en su contexto literario e histórico. La
narrativa breve de Chejov se inscribe dentro del renacimiento y auge del cuento
como género literario en el siglo XIX, gracias a al difusión de la prensa,
primero durante el Romanticismo con autores como el norteamericano Edgar Allan
Poe, su principal teórico, y después con el dominio en la literatura europea de
las corrientes realistas y naturalistas. Por su retrato crítico de la sociedad,
es en estas últimas a las que hay que asociar al autor. Con ellas, comparte la
visión negativa de la deshumanización de la clase trabajadora o la influencia
corruptora del medio social o del
ambiente provinciano en sus protagonistas. Al Naturalismo le vincula, además de
su formación de médico (recordemos la relación de los naturalistas con los
avances de su tiempo en esta disciplina),
la finalidad de la escritura, ya no un divertimento sino una denuncia de las
injusticias sociales y de los ambientes míseros (recuérdese también la afinidad
con los personajes infantiles de Dickens). Igualmente toma de los anteriores
movimientos técnicas el estilo indirecto libre, la minuciosidad descriptiva, la
observación y el afán de verosimilitud,
plasmada, por ejemplo, en el uso del habla popular tan patente en la carta de
Vanka. Esta caracterización del personaje a través de su manera de hablar es
una característica del Realismo y Naturalismo en los que se inscribe Chejov.
Como autor ruso que era, la gran literatura
realista de su país de la segunda mitad del siglo XIX dejó en él su impronta. Las
miserias de los campesinos rusos ya aparecían en Almas muertas, la novela más famosa del iniciador del realismo ruso,
Nikolai Gogol (1809-1852). Con Fiodor Dostoievski (1821-1881) compartió la
hondura de los problemas existenciales que planteaban algunos de sus cuentos,
mientras que a Tolstoi (1828-1910) se asemejó por su preocupación social y su entrega a actividades filantrópicas
en los últimos años de su vida.
Muy buena historia me ayuda mucho
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