lunes, 6 de junio de 2016

Vanka (comentario)

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1.-  Exponga el contenido del fragmento y relaciónelo con la totalidad de la obra.
El protagonista de este cuento es Vanka Chukov, un niño de nueve años, huérfano de madre y padre, que vive en Moscú en casa del zapatero Alojin para aprender el oficio. Solo y sin cariño por parte de unos tutores que lo explotan y maltratan, Vanka escribe una carta a su abuelo Constantino Makarich en la noche de Navidad, mientras todos han ido a misa, para pedirle que venga a por él y se lo lleve de vuelta a la aldea en donde, un día, vivió con él y con sus padres.
Portada de una edición rusa de "Vanka"
El retrato crítico que se hace de esa sociedad nos hace retroceder a la época del feudalismo estancado en Rusia, con amos y siervos. En la aldea, Vanka, sus padres y su abuelo servían en casa de los señores; en Moscú, nuestro protagonista trabaja como un esclavo en casa de sus amos. Desde la ciudad, el niño idealiza la vida que llevaba en la aldea y la recuerda con nostalgia como una época en que sentía el cariño y la protección de la familia. Allí hay dos figuras, Constantino Makarich y Olga Ignatievna, que representan ese tiempo feliz. Es curioso que Vanka no haga ninguna referencia a sus padres en su evocación del pasado, salvo para decir que están muertos. En su lugar, él ejerce en su recuerdo el papel de la figura paterna y ella, el de la materna. Olga, además, tiene otro significado como hija de los señores a los que sirve la familia de Vanka. Ella es la única que ha mostrado algún cariño por el niño, que le ha enseñado a contar, leer y escribir – lo que justifica que ahora esté redactando la carta que constituye el grueso de la narración –, que se ha mostrado “caritativa”, en definitiva. La denuncia de Chejov está en la esterilidad y en lo interesado de ese acto de conmiseración, pues la señorita solo se ocupa de Vanka mientras su madre, la criada, está viva. Cuando muere, el niño no tiene ninguna función en la casa y por tanto ejercer la caridad con él es un acto inútil. Entonces comienza la degradación. Pasa a ser un siervo en la cocina y, de ahí, seguramente por no saber hacer nada, lo expulsan de la casa y lo mandan a Moscú como aprendiz de zapatero; en realidad, esclavo de la familia de Alojin. Y llegamos al final, que aparece falsamente abierto. El niño se duerme con la esperanza de que la carta llegue a su destino, e incluso sueña con ello y con que el abuelo se la lea a las cocineras de la casa en donde sirve. Podríamos pensar que existe una posibilidad de que eso ocurra, pero no. En la última línea aparece el perro Serpiente en el sueño de Vanka, meneando el rabo de derecha a izquierda, para decirle que no. 
2.- Analice los aspectos formales del texto.
En cuanto al comentario formal, el texto pertenece a la variedad discursiva de la narración. Los hechos se relatan desde el punto de vista de un narrador omnisciente en 3ª persona, pero por detrás de él aparecen otras dos modalidades narrativas: el narrador protagonista -el niño Vanka- y el narrador en estilo indirecto libre. El primero aparece siempre entrecomillado pues es el que, en 1ª persona, escribe la carta a Contantino Makarich. De esta manera, consigue hacer más creíble la desesperación de Vanka y llegar de forma más eficaz al lector. Pero la característica formal más importante del cuento, es el abundante uso del estilo indirecto libre. Toda la evocación idealizada que el niño hace de su aldea, mientras toma un descanso en la redacción de la carta, ("En aquel momento, el abuelo de Vanka estaría, de fijo, a la puerta. (...) La Vía Láctea se distinguiría muy bien") está escrita siguiendo esta técnica narrativa. La oración exclamativa "¡Dios mío, qué encanto!", es otro ejemplo de la utilización de este estilo.
           En la carta destaca, sobre todo, el realismo en la imitación del estilo infantil del protagonista. La inocencia de quien se presenta con un “soy yo” –; la información innecesaria (“no tengo papá ni mamá”, ¿cómo no lo va a saber el abuelo?); la utilización del diminutivo (“abuelito”); las reiteradas repeticiones (“abuelito ven”, “ven, abuelito, ven”); la sintaxis sencilla, con oraciones cortas y simples, con más yuxtaposición que subordinación (“Ten piedad del pobrecito huérfano. Todo el mundo me pega, se burla de mí, me insulta. Y, además, siempre tengo hambre.”); todo en este texto refleja el estado de habla y la forma de pensar de un niño de nueve años. Por otra parte, la carta es un texto argumentativo, dado que está dirigido al abuelo, a quien que se pretende convencer de que venga. De ahí, la insistencia que el niño se dirige a él y la repetición machacona de la tesis (“abuelito, ven”). 
          Sobre las formas verbales, lo más significativo, es la utilización del condicional en el fragmento en estilo indirecto libre antes comentado ("el abuelo estaría", "embromaría a los cocineros", "les daría vaya a las mujeres", "les preguntaría", "las mujeres estornudarían"...). Este tiempo verbal nos revela que no estamos ante el relato de hechos reales, sino que se trata de las ilusiones, de los deseos y sueños de Vanka, que se imagina la aldea como el paraíso perdido del que nunca debería de haber salido. La frase con que el narrador regresa a la realidad es totalmente reveladora: "Vanka, imaginándose todo esto, suspiraba". Del resto de las formas verbales, destacamos la diferencia entre el pretérito imperfecto de indicativo, usado para las descripciones ("Era un viejecillo", "tenía sesenta y cinco años", "Durante el día dormía o bromeaba con los cocineros y por la noche se paseaba"...), en que la acción está detenida; y el pretérito perfecto simple de indicativo, que hace avanzar la acción ("Ayer me pegaron. El maestro me cogió por los pelos y me dio unos cuantos correazos", "la maestra cogió la sardina y me dio en la cara con ella"). En el cuento es muy importante, también, el uso del presente de indicativo, que es el tiempo en el que el niño escribe a su abuelo, tanto para contarle su situación, como para relatarle hechos cotidianos que se repiten y que no son puntuales (pues, para estos, utiliza el perfecto simple, como acabamos de ver): "Los otros aprendices, como son mayores que yo, me mortifican, me mandan por vodka a la taberna y me hacen robarle pepinos a la maestra, que, cuando se entera, me sacude el polvo." Por último, utiliza el futuro imperfecto de indicativo para el fragmento de su carta en que acumula los argumentos para convencer a su abuelo de que venga a rescatarle ("Si no me sacas de aquí, moriré", "Te seré todo lo útil que pueda", "Rogaré por ti", "Buscaré trabajo, guardaré el rebaño"...).
      Dentro de la narración encontramos varios pasajes descriptivos. En ellos hay que diferenciar el punto de vista que adopta el narrador. El primero de ellos es aquel en el que se describe la figura de Constantino Makarich y sus perros. Aparentemente es una descripción objetiva, pero el uso del diminutivo ("Era un viejecillo") y la alusión a la "perfidia jesuítica" del perro Serpiente, dejan entrever el pensamiento del autor. En el otro, se describe la aldea nevada, pero, ahora, desde el punto de vista de Vanka. Por eso, aquí la acumulación de adjetivos, algunos antepuestos, ("atmósfera límpida y fresca", "sus tejados blancos", "alegres guiños"), metáforas ("los árboles plateados"), símiles y personificaciones ("parecían hacerle alegres guiños", "La Vía Láctea se distinguiría muy bien como si...") le dan un carácter lírico y subjetivo, el propio de la idealización de la aldea por parte del niño.
3.- Comente la producción literaria del autor con especial atención a la obra seleccionada.
Anton Chejov (1860-1904), repartió su vida entre la medicina y la literatura. Como escritor, cultivó tanto el teatro (entre sus obras destacan El jardín de los cerezos y Tío Vania) como la narrativa breve. En este género, su primer gran éxito fue el cuento que nos ocupa, publicado en 1884.  Su personaje central, Vanka Chukov, recuerda en él la figura de los niños huérfanos desamparados que pueblan la obra de  Charles Dickens (Oliver Twist, David Copperfield), así como la de los pícaros del Siglo de Oro español por su recorrido vital al servicio de varios amos, como, sobre todo, por el hecho de que cuente su vida a través de una carta. De ahí, que Chejov se vea en la necesidad de justificar que alguien tan humilde como Vanka esté redactando esta carta, y por eso uno de los recuerdos que el niño selecciona es el de Olga Ignatievna enseñándole a leer y escribir.
        El tema principal del cuento es la falta de caridad de una sociedad hipócrita y cruel que mantiene las apariencias cristianas, cumpliendo con el precepto de ir a misa en Navidad, mientras deja abandonado a Vanka, encerrado en la casa. Por eso contrasta tanto la sinceridad inocente con que el niño siente la religión, que se aprecia en la mirada que dirige al icono en busca de protección cuando se dispone a escribir, y en las reiteradas peticiones a Dios (“pido a Dios”, “te prometo pedirle siempre a Dios”, “le rogaré a Dios”, “en nombre de Nuestro Señor”) con la hipocresía de una sociedad que, en vez de la caridad, lo que practica con Vanka es la violencia constante. Así se explica su “temor de ser sorprendido”, cuando va a comenzar la carta; las agresiones que sufre por parte de sus maestros y de los otros oficiales (“todo el mundo me pega”); y que, incluso, llegue a considerar natural el sufrir esas palizas y que no le importe que su abuelo también le golpee (“si no estás contento conmigo puedes pegarme todo lo que quieras”).
        También son importantes en este cuento las figuras de los dos perros Canelo y Serpiente. Sobre todo este último, pues es claramente simbólico. Con su cuerpo alargado, su astucia, sus malas intenciones siempre ocultas bajo una falsa dulzura, con su hipocresía, representa a los jesuitas (“se adivinaba, bajo aquella máscara de cariño, una perfidia jesuítica”). Bajo los mordiscos del Serpiente en las pantorrillas de la gente, la rapiña en los corrales de los campesinos y su capacidad para sobrevivir a cualquier intento de destruirlo está la orden de la Compañía de Jesús y, tras ella, todo un clero que adula a los señores mientras que exprime y deja morir en la miseria a los siervos, los más necesitados. Estos perros, además, sirven de contraste para poner más en evidencia la deshumanización que subyace en el cuento, también en la figura del abuelo – nadie se salva –, puesto que su vida es más fácil y más regalada que la del propio Vanka, quien no se engaña al respecto (“esto no es vivir; los perros viven mejor que yo”).
       Otros relatos notables de Chéjov fueron escritos en la década de los 90. En ellos aparecen hombres de voluntad vencida que toman conciencia de su fracaso y de su envejecimiento. Uno de estos personajes, es el cochero de La tristeza, solitario trabajador que no encuentra a quien contar ni a quien le importe la reciente muerte de su hijo en la misma ciudad deshumanizada que habita Vanka. El ambiente decadente de cierta burguesía también fue objeto de atención de Chejov en La dama del perrito, sobre los amores de unos veraneantes.
Chejov conversa con Tolstoi

4.- Sitúe al autor en su contexto literario e histórico. La narrativa breve de Chejov se inscribe dentro del renacimiento y auge del cuento como género literario en el siglo XIX, gracias a al difusión de la prensa, primero durante el Romanticismo con autores como el norteamericano Edgar Allan Poe, su principal teórico, y después con el dominio en la literatura europea de las corrientes realistas y naturalistas. Por su retrato crítico de la sociedad, es en estas últimas a las que hay que asociar al autor. Con ellas, comparte la visión negativa de la deshumanización de la clase trabajadora o la influencia corruptora del medio social  o del ambiente provinciano en sus protagonistas. Al Naturalismo le vincula, además de su formación de médico (recordemos la relación de los naturalistas con los avances  de su tiempo en esta disciplina), la finalidad de la escritura, ya no un divertimento sino una denuncia de las injusticias sociales y de los ambientes míseros (recuérdese también la afinidad con los personajes infantiles de Dickens). Igualmente toma de los anteriores movimientos técnicas el estilo indirecto libre, la minuciosidad descriptiva, la observación y el afán de  verosimilitud, plasmada, por ejemplo, en el uso del habla popular tan patente en la carta de Vanka. Esta caracterización del personaje a través de su manera de hablar es una característica del Realismo y Naturalismo en los que se inscribe Chejov.
Como autor ruso que era, la gran literatura realista de su país de la segunda mitad del siglo XIX dejó en él su impronta. Las miserias de los campesinos rusos ya aparecían en Almas muertas, la novela más famosa del iniciador del realismo ruso, Nikolai Gogol (1809-1852). Con Fiodor Dostoievski (1821-1881) compartió la hondura de los problemas existenciales que planteaban algunos de sus cuentos, mientras que a Tolstoi (1828-1910) se asemejó por su preocupación social y su entrega a actividades filantrópicas en los últimos años de su vida.

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