sábado, 14 de mayo de 2016

Tema 13.- El arranque de la modernidad poética: de Baudelaire al Simbolismo.



En la Francia de la segunda mitad del siglo XIX una burguesía tan laboriosa como ambiciosa se había consolidado como la clase social más potente tras las revoluciones liberales que habían dado paso a  los sucesivos períodos de la Monarquía constitucional (1830), la II República (1848)  y el Segundo Imperio de Napoleón III (1852). El Romanticismo, dominante en la poesía durante la primera mitad del siglo XIX, como todas las tendencias literarias duraderas, daba muestras de agotamiento a mediados de siglo. Si los novelistas se empezaron a dedicar  a la observación realista del mundo en el ámbito de la novela (el Realismo de Balzac y Flaubert), la poesía también buscó nuevos temas y vías de expresión. En Francia surgieron movimientos (parnasianismo, simbolismo) y poetas (Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Mallarmé) que  abrieron una nueva etapa: la modernidad poética. Otro autor innovador surgió en los Estados Unidos: Walt Whitman.

La revista de los parnasianos
El parnasianismo surgió como una reacción contra  el exceso de sentimentalismo  de la poesía  romántica de Victor Hugo. Dio nombre al movimiento una revista poética llamada El Parnaso contemporáneo (tres tomos entre 1866 y 1876). Figuraban en ellas múltiples poetas entre los  que destaca Charles Leconte de Lisle (Poemas antiguos). Buscaban desmarcarse de los románticos con una poesía despersonalizada, formalista, de estilo muy cuidado, cuyos temas tendían al  esteticismo, bajo el lema de “L'art pour l'art” (“El arte por el arte”).

Figura clave en la evolución de la poesía fue Charles Baudelaire (1821-1867), quien formó parte temporalmente del movimiento parnasiano. Sin embargo, su poesía participó también de la sensibilidad romántica y anticipó la posterior poesía simbolista e incluso las vanguardias del siglo XX. Buen conocedor de la tradición poética (usó con maestría el verso alejandrino), de ella partió para abrirse paso hacia la modernidad, concepto acuñado por él en 1859 para expresar lo que caracteriza al artista, es decir, la facultad de ver en la gran ciudad unos valores estéticos sin descubrir hasta ese momento y transformarla en el nuevo escenario de la poesía. Por una parte, la ciudad burguesa muestra su fealdad y su suciedad, pero, al tiempo, esa masa urbana en la que se diluye el solitario anonimato del individuo permite al poeta, convertido en flâneur, perderse caminando para intentar encontrarse a sí mismo (véase "El crepúsculo matutino"). Por ello se le considera el fundador de la tradición poética contemporánea. Su estilo abandona la idea del exclusivo arrebato de la inspiración, tan romántica, y se perfecciona con una técnica depurada, una elaboración cuidada que da lugar a precisos símiles y metáforas. Su poesía bascula, además, entre la religiosidad y el pecado; la belleza y la fealdad, lo artificial y lo natural. Igualmente introdujo el gusto por lo extraño, lo malsano, ya que el mal está en el hombre como la fealdad en el mundo.
Baudelaire hacia 1862
Huérfano de padre desde muy niño, Baudelaire nunca aceptó el segundo matrimonio de su madre con un militar. Expulsado del internado, decidió llevar una vida de dandismo y de bohemia, plena de lujos y placeres, por lo que su padrastro le hizo embarcar para un largo viaje en barco, pero regresó a París a mitad de camino. De vuelta, se dedicó a gastar la fortuna heredada de su padre con prostitutas y amantes, hasta que de nuevo su padrastro puso su dinero bajo tutela para que el poeta no lo malgastara. Obligado a trabajar, se dedicó a la crítica de arte y a la traducción de las obras de Poe. En 1857 apareció su obra cumbre, Las flores del mal, condenada por “ultraje a la moral pública y a las buenas costumbres” (por el mismo fiscal que denunció a Flaubert por Madame Bovary).  Sus últimos años los pasó en Bélgica, donde fracasó al intentar ganarse la vida dando conferencias. En 1861 publicó Los paraísos artificiales, y en 1864 El spleen de París. La sífilis, contraída durante sus años de bohemia, le fue provocando cada vez más problemas de salud hasta su muerte en un hospital, mudo y paralítico, en 1867. Póstumamente se editaron Los pequeños poemas en prosa.

Portada con anotaciones de  Baudelaire
Las Flores del mal (Les Fleurs du mal) es la colección que recoge su producción poética en verso, unos 150 poemas escritos desde 1840  hasta su primera edición (1857, segunda de 1862). Dedicada a Teóphile Gautier (poeta romántico que evolucionó al parnasianismo y compañero del autor en el “Club des Hashischins”), tras un primer poema introductorio dirigido “A l lector”, en el que busca su complicidad, se abre el cuerpo de la obra, dividida en varios apartados. El primero Spleen e ideal, con más de ochenta poemas, expresa el conflicto entre la tediosa y fea realidad que provoca el hastío, el spleen o esplín, y las ansias de belleza artística y vital. En los casi veinte poemas de Cuadros parisienses, la ciudad y sus habitantes más miserables se convierten en ejes de su poesía, frente a los paisajes de los románticos, abriendo  paso a la modernidad. El vino dedica cinco poemas a esa bebida considerada liberadora, un refugio tras sus fracasadas aspiraciones ideales, complementario del mundo de vicio y lujuria presentado en el apartado Flores del mal. Por último, en Rebelión la voz del poeta alcanza un tono satánico contra Dios, o el padre que nunca encontró, mientras que en La muerte, reconoce en esta la única esperanza de salvación y liberación.

El simbolismo, fue un movimiento iniciado entre  1880 y 1890 (Moreas escribió su manifiesto en 1886) como una escisión del  parnasianismo. La literatura simbolista intenta utilizar el lenguaje literario como instrumento de conocimiento que, a través de los símbolos,  intenta captar lo que los sentidos no perciben. Los poetas simbolistas prefieren la sugerencia y la alusión a las afirmaciones precisas, buscan la musicalidad y las sensaciones de color. El movimiento simbolista reacciona contra los valores del materialismo de la sociedad industrial, reivindicando la búsqueda interior. Se  considera precursor del mismo a Baudelaire y sus principales representantes a Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, los poetas malditos (denominación de Verlaine por su vida escandalosa), que fecundarían el modernismo español. 
Verlaine, en su mundo.
Paul Verlaine (1844-1896), tras una juventud bohemia, se había convertido en un padre de familia burgués, pero en 1872 abandonó todo para seguir al adolescente Rimbaud, de quien se hizo amante y al que acabó hiriendo de un disparo. Buen discípulo de Baudelaire, tras salir de la cárcel, su vida transcurrió entre la literatura y los excesos. Las aportaciones más importantes de su obra son la defensa de la musicalidad como esencia misma de la poesía, el sentido del coloquialismo lírico y un cierto tono de vaguedad melancólica (“nada de poses, nada que pese”). En 1866 publicó su primer libro, Poemas saturnianos, que revela la influencia de Baudelaire, al que siguieron  Fiestas galantes (1869), en el que describe un universo irreal y elegante, y  su famosa Romanzas sin palabras (1874), casi un diario de su aventura con Rimbaud. 
Rimbaud
Por su parte, Arthur Rimbaud (1854-1891), poeta genial y superdotado, escribió todos sus versos siendo adolescente, hasta cumplir los veinte años, cuando dejó la literatura definitivamente. A pesar de su edad, había asimilado y superado los movimientos anteriores. Con Baudelaire como modelo, afirmó que el poeta debe hacerse “vidente”, por medio de un “largo, inmenso y racional desarreglo de todos los sentidos”. En su obra destacan poemas como “Ofelia”, “El barco ebrio” o “Los pobres en la iglesia”. Como Baudelaire, también escribió prosa poética, recogida en Una temporada en el infierno (1873), un testimonio de su vida espiritual, e Iluminaciones (1874), imitada entre otros por Alejandro Sawa (modelo de Max Estrella en Luces de bohemia). Por último, cabe citar a Stephane Mallarmé (1841-1898) más ordenado en su vida personal (por lo que no se le incluye entre los malditos) y autor de gran influencia posterior (fue antecedente claro de las vanguardias). Su obra Verso y prosa  representa la culminación y al mismo tiempo la superación del simbolismo con poemas como “Herodíada” y “La siesta de un fauno”.


Hacia finales de siglo se abre paso en Europa el término Decadentismo, una corriente estética que se caracteriza por el refinamiento y la melancolía de autores como el italiano D´Annunzio. Especial interés mostraron por la decadencia final de épocas históricas: el bizantinismo (época final del Imperio Romano en Oriente) y el alejandrinismo (final del esplendor cultural griego). Para concluir, la modernidad poética en Estados Unidos se abre con el poeta Walt Whitman, cuyos poemas se publicaron bajo el título de Hojas de hierba (primera edición de 1855, aunque la fue ampliando). Cantor de América y de sus gentes, quiso alcanzar la plenitud mediante el amor a la naturaleza y el panteísmo. Se adelantó a su tiempo creando un verso largo sin rima (versículo), con un ritmo propio a base de repetición léxica y sintáctica.

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