INTRODUCCIÓN, CONTEXTO
HISTÓRICO Y CARACTERÍSTICAS GENERALES
El nombre de Literaturas de Vanguardia fue acuñado para designar a
una serie de inquietudes artísticas que se sitúan en la “avanzadilla” cultural
del momento durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Este traumático
conflicto cambió el mapa europeo, deshizo imperios como el austrohúngaro,
provocó revoluciones como la comunista en Rusia y propició el ascenso de
ideologías totalitarias, como el fascismo (el siglo XX, se acepta comúnmente,
comenzó de verdad tras el conflicto). Así se comprende el discurrir agitado del
periodo "de entreguerras" (1918-1939), que coincide
precisamente con el momento de mayor actividad de las vanguardias. La
mencionada Gran Guerra condicionó además personalmente a muchos de los
protagonistas de las vanguardias, bien porque la hicieron (André Breton), bien
porque murieron en o por consecuencias derivadas de ella (Guillaume
Apollinaire), bien porque fueron desertores del conflicto, como el dadaísta Tristan
Tzara. La guerra agudizó también la negación de la moral y los valores
anteriores (el honor, la religión, la patria o la familia), así como de su
anticuada visión del arte.
El vanguardismo pretendió la construcción
de una nueva cultura y, aunque no fue una tendencia unitaria, sí existió una conciencia de grupo dentro de
los distintos movimientos. Todos ellos compartían el deseo de crear un arte radicalmente nuevo y que rompiese
definitivamente con el realismo, considerado un reflejo de la sociedad burguesa.
Características comunes fueron el internacionalismo, frente al nacionalismo del XIX; el antitradicionalismo o desprecio a los temas y
formas de la tradición, en pos del continuo cambio, la diferencia, la novedad y
de los referentes de los nuevos tiempos
(las máquinas, el deporte, el humor); la deshumanización, frente al
sentimentalismo; y la espontaneidad, frente a la
elaboración.Para ello, las vanguardias se
valdrán de varias herramientas: el humor, útil para desmitificar y
desdramatizar; la metáfora audaz; el
culto a la imagen y a la libertad absoluta del
artista, llevada hasta el extremo, por ejemplo, de romper con la lógica o con
los idiomas conocidos. Finalmente se apoyaron en una relación de dependencia entre distintas artes: la pintura invade la
lírica, la letra llega a los cuadros, el pensamiento determina la plástica,
etc. El cine, como arte nuevo y amalgama de distintas artes, adquirió gran
importancia.
LAS VANGUARDIAS EN EUROPA:
PRINCIPALES MOVIMIENTOS
Los movimientos de vanguardia
fueron fundamentalmente europeos. Sus pautas se marcaron desde Francia (sobre
todo desde París), Alemania, Italia y la
Suiza neutral de la guerra (Zurich).
El Futurismo
puede considerarse la primera vanguardia. Comenzó en 1909, cuando su fundador,
el italiano Marinetti, publicó en
París el primer manifiesto definiendo el movimiento, alentado por un espíritu
rompedor, pleno de optimismo y vitalidad, y caracterizado por el odio a la inteligencia a favor de la
intuición y la ruptura con el pasado
y sus convenciones culturales. Como
técnicas, defendieron la destrucción absoluta de la sintaxis y la puntuación, así como la alteración de la tipografía. Destacan en este movimiento
su dinamismo, su rebelión
frente a lo académico; sus llamadas al riesgo; su sentido de la modernidad
y defensa de la máquina (“Un automóvil de carreras es más
bello que la Victoria de Samotracia”); y sus ataques a la moralidad
imperante.
Caligrama sobre la torre Eiffel |
El Cubismo, surgido en la artes plásticas en torno a 1907,
se manifestó literariamente con Guillaume Apollinaire
desde 1913. Si en la pintura suponía la descomposición de la realidad en
líneas geométricas, el Cubismo literario también
deshace la realidad, para recomponerla libremente, mezclando conceptos,
imágenes, frases captadas al azar. A eso se añaden especiales disposiciones
tipográficas de los versos, formando imágenes visuales, que integraban
diferentes artes. Así se explican el
género literario del caligrama
(pintura + literatura) y el pictórico del collage
(pintura + escultura + literatura). Apollinaire, descubridor de Picasso, sistematizó los principales rasgos
del cubismo literario, que luego llevaría a la práctica en Alcoholes (1913),
y sobre todo en sus Caligramas (1918), conjunto de poemas visuales en los que
la linealidad del verso desaparece en favor de una tipografía que recuerda el
objeto mencionado. Son unos poemas hechos para la lectura, incluso para
la contemplación, y no para ser escuchados.
Urinario presentado por Duchamp como "La fuente" |
El Dadaísmo surgió en Zurich en
1916, cuando artistas como el poeta rumano Tristan
Tzara, comenzaron a reunirse en un bar luego llamado Cabaret Voltaire, con el
fin de lanzar "los más estridentes panfletos […] y para rociar
adecuadamente con lejía y burla la hipocresía dominante". Los dadaístas
querían acabar con el arte y con la noción misma de literatura.
El mismo nombre no significaba nada: "Encontré la palabra dadá en el diccionario
Larousse", diría Tzara, aunque existen posteriores interpretaciones de sus
significados (el primitivismo, el primer sonido que dice el niño,…). De esa explicación surgió uno de sus puntos básicos: el azar
contra la lógica utilizado como elemento creativo. Surgirían así la revista Dadá y el Manifiesto Dadá (1918). En sus obras, se valían de collages, grabados,
esculturas, pinturas, fotomontajes y
todo tipo de objetos que hoy "reciclados" (el famoso
urinario de Duchamp de 1917). También dejó la escritura automática y los poemas abstractos, basados únicamente en el sonido (Hugo Ball: "O
gadji beri bimba glandridi laula lonni cadori…").
El Creacionismo lo
inició en París el poeta chileno Vicente
Huidobro. Para este movimiento el
poema será un objeto autónomo (“Hacer un poema como la naturaleza hace un
árbol”). Así el poeta cultivará el juego del azar de las palabras y una imagen
que no se basa en la comparación entre dos realidades: estas se aproximan de
modo gratuito o en virtud de una relación arbitraria que el poeta “crea” entre
ellas. En su poema Altazor, la búsqueda de un nuevo lenguaje deriva en la pérdida
absoluta de la función referencial en el mismo en su último canto.
El Surrealismo
surge en Francia en torno a 1920 en torno a André Bretón y a un importante grupo de artistas residentes en París: Louis Aragon, Paul Eluard, y los
españoles Luis Buñuel y Salvador Dalí
(estos últimos autores de la película Un perro andaluz, 1929). El surrealismo no pretendió ser
solamente una opción artística. Por un lado, los surrealistas buscan liberar al ser humano de sus propias
represiones. En este aspecto, entroncan con la teoría del psicoanálisis de Freud. Pero también
pretendieron una liberación de la represión que sobre el hombre ejerce la
sociedad burguesa. En esta tendencia, el surrealismo se relacionará con el marxismo. Para liberar al ser humano de las represiones,
los surrealistas se valieron de una serie de técnicas concretas: escritura
automática, reseña de sueños, liberación
del lenguaje mediante metáforas, en las que se asocian términos que no
tienen relación aparente. Con ello los surrealistas buscaron llamar la atención
del subconsciente, más que de la
razón. Por todo lo dicho, debe considerarse el surrealismo como un movimiento
que rehumaniza el arte deshumanizado de
las vanguardias, es la última vanguardia, que cierra un periodo y supone la
vuelta a temas existenciales, religiosos y sociales.
Varios rasgos principales
destacan del Surrealismo, el más significativo de toda la época vanguardista. En su nombre (acuñado por el cubista
Apollinaire en 1917), se pretendía acceder a la verdadera esencia de la realidad y del pensamiento, libre este de toda
sujeción racional y de toda preocupación estética o moral. Un universo
nuevo interesa al surrealismo: el onírico
(del sueño) donde la realidad se manifiesta con toda su irracionalidad. A
ella se acercarán con la técnica con la escritura
automática, basada en el azar, con el fin de liberar ideas, asociaciones y
palabras. En consonancia con el rechazo de una visión descriptiva de la
realidad, surge el concepto de “lo maravilloso”
(merveilleux), que tendrá
después su importancia a la hora de formular poéticas como la del
"realismo mágico", o la de "lo real-maravilloso" (elaborada
por el cubano Carpentier en los años 40). También se interesarán por los mitos,
entendidos como símbolos. Para Breton, los
mitos eran los verdaderos conectores entre lo real y lo suprarreal, la
llave de paso entre el subconsciente individual al subconsciente colectivo. Así
se entiende el interés por el folklore y otras formas de creación colectiva. Otros
recursos destacados serían el uso de imágenes perturbadoras, la presencia de
profecías, el humor negro y la crueldad (como vías contrarias al
sentimentalismo) y la alusión a objetos surrealistas, todos ellos perceptibles
en Un
perro andaluz.
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