martes, 24 de noviembre de 2015

Tema 4.- El teatro isabelino en Inglaterra: Shakespeare


LA ÉPOCA ISABELINA EN INGLATERRA
 
Isabel I de Inglaterra
  El Renacimiento se desarrolló en Inglaterra más tarde que en el resto de Europa, por lo que las manifestaciones literarias medievales, como el teatro religioso, se prolongaron hasta bien entrado el siglo XVI. Poco a poco se fue abriendo paso un teatro cortesano, que se representaba en las Universidades, y un teatro popular. Este último acabaría por triunfar y daría lugar al teatro isabelino inglés, que cubre las dos últimas décadas del siglo XVI y parte del siglo XVII. La denominación se debe a que se gestó durante el reinado de Isabel I (1559-1603), aunque también se extendió a los reinados de Jacobo I (1603-1625), por lo que en este último siglo sería más preciso llamarlo teatro jacobeo (mejor que jacobino). Isabel separó definitivamente su reino del catolicismo y se enfrentó a Felipe II de España, cuya Armada invencible derrotó en el mar (1588). Obtuvo así la hegemonía marítima y un enorme bienestar económico debido a la expansión del comercio a través de Atlántico, lo que propició el nacimiento de la Inglaterra moderna.


A. LOS TEATROS Y EL PÚBLICO

    El teatro popular inglés comenzó a representarse en escenarios improvisados, como los patios de posadas (Inns), a los que acudía un público variopinto. En el último tercio de siglo ya existían lugares expresamente construidos para las representaciones teatrales, los más importantes en  Londres, como The Swan (1595), y The Globe (1599), del que fue copropietario Shakespeare. Las representaciones se hacían solo en las temporadas de clima benigno y a partir del mediodía. Las mujeres no podían actuar por influencia del puritanismo religioso. Las compañías eran con frecuencia protegidas por hombres poderosos de quien tomaban el nombre (The Admiral's Men, Lord Chamberlain's Men, The King's Men).
El Globo reconstruido en la actualidad

   Del mismo modo que en los corrales de comedias españoles, el público de estos teatros estaba integrado por gente de toda condición, por lo que sus gustos se imponían a los preceptos clasicistas, aunque la trasgresión de los mismos no fue tampoco total. Así, aunque se  tendía a mezclar tragedia con comedia, personajes nobles  con plebeyos, la prosa con el verso también podemos encontrar tragedias puras (Hamlet, Macbeth), comedias que podrían pasar por clásicas (Las alegres comedias de Windsor) y obras totalmente en verso, especialmente en endecasílabos blancos (blank verse) con el que se logra espontaneidad de la conversación y la naturalidad del recitado. El teatro isabelino introdujo asimismo una serie de técnicas teatrales de vanguardia, como la rápida sucesión de escenas que hacen pasar rápidamente de un lugar a otro con una agilidad pareja a la del cine moderno.


B. PRINCIPALES AUTORES

Entre la amplia nómina de autores activos, destacaremos algunos nombres. A Thomas Kyd (1558-1594) se debe una de las obras que marcaron el camino de la "tragedia de venganza", la Tragedia española, que pudo ser la base para que Shakespeare escribiera Hamlet. Christopher Marlowe (1564-1593), cuya vida  y muerte han dado siguen presentando aspectos oscuros (episodios de espionaje,..), fue el mejor dotado de los dramaturgos anteriores a Shakespeare. Destaca, sobre todo, por su Tragedia del doctor Fausto (1588), primera versión teatral de la leyenda que después elevaría Goethe a la categoría del mito. Su obra El judío de Malta sirvió de inspiración a Shakespeare para la composición de El mercader de Venecia. Benjamin Jonson (1572-1637), amigo de Shakespeare y actor como él, siguió en su teatro los preceptos clásicos. Su comedia  Volpone de tema misantrópico, es una obra maestra del humor.


C. WILLIAM SHAKESPEARE Y SU INFLUENCIA UNIVERSAL

 William Shakespeare (1564-1616) fue un hombre de teatro en la plena acepción de la palabra (actor, escritor, director de escena…), como lo iba a ser Molière después. Nacido en Stratford-upon-Avon en una rica familia de comerciantes probablemente católicos, abandonó la tranquilidad de su vida familiar (estuvo casado desde los 18 años con Anne Hathaway) para dedicarse al teatro, probablemente, como aventuran algunos en la compañía Lord Chamberlain’s Men. Su actividad creadora se extendió unos 25 años, entre 1589 y 1613, cuando se retiró de nuevo a Stratford, donde murió.

Shakespeare creó un teatro mucho abierto en sus planteamientos, en el que la inestabilidad de todas las cosas parece ser la tesis principal. La visión del mundo que presenta su obra es variada y contradictoria, con una mezcla de elementos trágicos y cómicos. Esta mezcla de elementos también se traduce en una frecuente convivencia de lo real y lo fantástico. En el fondo de esta concepción del teatro hay una profunda visión del mundo: el orden establecido está dominado por el azar y las decisiones personales. El lenguaje se poetiza sistemáticamente, sin desdeñar por ello el uso de giros y expresiones cotidianas, incluso los juegos de palabras, con frecuencia de índole sexual. Aparte de su teatro, escribió también libro de poemas Sonetos (1609)

El bardo de Stratford, como se le conoce, creo una amplia galería de los personajes, principales y secundarios, plenos de profundidad. No son, en absoluto, personajes planos, sino que presentan múltiples matices que les dan una extraordinaria complejidad: Hamlet, Yago, Shylock, Macbeth; también las mujeres, inteligentes y agudas a menudo, otras veces víctimas patentes de una situación social que las lleva a la locura y a la muerte: Lady Macbeth, Julieta, Ofeliano son estereotipos femeninos, sino seres llenos de fuerza dramática.

Portada del First Folio
Sus obras dramáticas se publicaron tras su muerte en un volumen conocido como First Folio (1623), en el que se recogen 36 obras. La clasificación del teatro de Shakespeare no es fácil. Se suele optar por dividirla en etapas (la primera hasta 1599 y la segunda hasta su muerte, cunado compondrá sus mejores tragedias) aunque es más habitual establecerla por subgéneros.

Los dramas históricos. Como ocurre en el teatro español, también en el teatro isabelino se llevan al escenario asuntos de la historia inglesa para que el pueblo la conozca y pueda afirmar mejor su sentimiento nacional. Shakespeare presenta en escena la autoridad de la monarquía inglesa. Como ejemplo, se puede citar Ricardo III, la historia de un cruel y ambicioso príncipe, condicionado por su deformidad, que acabará sus días en la batalla de Bosworth («Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo», exclamará poco antes de morir). También hay que incluir entre los dramas históricos Julio César, de tema clásico.

Las comedias se caracterizan por su intriga o por la frecuente mezcla de realidad y fantasía. Muchas de ellas son de tema amoroso. La más importante es El sueño de una noche de verano, de su primera época, con una trama dividida en tres planos y en la que utiliza el metateatro, uno de sus recursos preferidos. Destaca también Las alegres comadres de Windsor, en la da protagonismo al vividor Falstaff, secundario en algunos de sus dramas históricos.

Las tragedias son sus obras mejores y más conocidas. Sus personajes y temas se consideran verdaderos arquetipos o símbolos de actitudes humanas. De su primera época destaca Romeo y Julieta (sobre el amor entre dos jóvenes de dos familias enfrentadas, inspirado en una narración italiana de Bandello). En la segunda compondrá Hamlet, sobre la duda y la venganza, en la que de nuevo utiliza el teatro dentro del teatro (el protagonista, príncipe de Dinamarca, contrata a un grupo de actores itinerantes para representar frente a los ojos de Claudio, del que sospecha que ha asesinado a su padre, un drama que reconstruye el presunto asesinato); en Macbeth se encarnarán la ambición y el arrepentimiento),  en El rey Lear, la ingratitud filial, en Otelo, los celos instigados por Yago que precipitan el asesinato de Desdémona…


Ofelia, de John Everett  Millais

INFLUENCIA, FAMA Y VIGENCIA

Shakespeare es seguramente el autor más conocido y admirado de la literatura occidental. Disfrutó en vida de un éxito que no ha hecho sino crecer y resulta extraño que algunas de sus obras no estén en el cartel de las grandes ciudades, más allá del ámbito anglosajón. Uno de sus primeros traductores al español fue Leandro Fernández de Moratín. Durante el Romanticismo, sus personajes y tragedias fueron objeto de inspiración por su sintonía con el espíritu del movimiento. También los pintores prerrafaelistas ingleses del XIX lo utilizaron para sus cuadros (Ofelia, de Millais) Ya en el siglo XX, se hicieron multitud de adaptaciones (entre las musicales destaca el ballet Romeo y Julieta de Prokofiev y el musical West Side Story de Leonard Bernstein) y en el cine la nómina de versiones es tan amplia (consulta el siguiente enlace), que solo podemos destacar las realizadas por Orson Welles (Macbeth, Campanadas a medianoche,…), Lawrence Olivier (Hamlet), más recientemente, Kenneth Branagh (Hamlet, Otelo,…).

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