LA ÉPOCA ISABELINA EN INGLATERRA
Isabel I de Inglaterra |
A. LOS TEATROS Y EL PÚBLICO
El teatro popular
inglés comenzó a representarse en escenarios improvisados, como los patios de
posadas (Inns), a los que acudía un público variopinto. En el último
tercio de siglo ya existían lugares expresamente construidos para las
representaciones teatrales, los más importantes en Londres, como The Swan (1595), y The
Globe (1599), del que fue copropietario Shakespeare. Las representaciones
se hacían solo en las temporadas de clima benigno y a partir del mediodía. Las
mujeres no podían actuar por influencia del puritanismo religioso. Las
compañías eran con frecuencia protegidas por hombres poderosos de quien tomaban
el nombre (The Admiral's Men, Lord
Chamberlain's Men, The King's Men).
El Globo reconstruido en la actualidad |
Del mismo modo que
en los corrales de comedias españoles, el público de estos teatros estaba
integrado por gente de toda condición, por lo que sus gustos se imponían a los
preceptos clasicistas, aunque la trasgresión de los mismos no fue tampoco
total. Así, aunque se tendía a
mezclar tragedia con comedia, personajes nobles con plebeyos, la prosa con el verso
también podemos encontrar tragedias puras (Hamlet,
Macbeth), comedias que podrían pasar por clásicas (Las alegres comedias de Windsor) y obras totalmente en verso,
especialmente en endecasílabos blancos (blank
verse) con el que se logra espontaneidad de la conversación y la naturalidad
del recitado. El teatro isabelino introdujo asimismo una serie de técnicas
teatrales de vanguardia, como la rápida sucesión de escenas que hacen pasar
rápidamente de un lugar a otro con una agilidad pareja a la del cine moderno.
B. PRINCIPALES AUTORES
Entre la amplia nómina de autores
activos, destacaremos algunos nombres. A Thomas Kyd (1558-1594) se debe
una de las obras que marcaron el camino de la "tragedia de venganza",
la Tragedia española, que
pudo ser la base para que Shakespeare escribiera Hamlet. Christopher
Marlowe (1564-1593), cuya vida y
muerte han dado siguen presentando aspectos oscuros (episodios de
espionaje,..), fue el mejor dotado de los dramaturgos anteriores a Shakespeare.
Destaca, sobre todo, por su Tragedia
del doctor Fausto (1588), primera versión teatral de la leyenda que
después elevaría Goethe a la categoría del mito. Su obra El judío de Malta sirvió
de inspiración a Shakespeare para la composición de El mercader de Venecia.
Benjamin Jonson (1572-1637), amigo de Shakespeare y actor como él,
siguió en su teatro los preceptos clásicos. Su comedia Volpone de tema misantrópico, es una
obra maestra del humor.
C. WILLIAM SHAKESPEARE Y SU INFLUENCIA UNIVERSAL
William Shakespeare
(1564-1616) fue un hombre de teatro en la plena acepción
de la palabra (actor, escritor, director de escena…), como lo iba a ser Molière
después. Nacido en Stratford-upon-Avon en una rica familia de comerciantes probablemente
católicos, abandonó la tranquilidad de su vida familiar (estuvo casado desde
los 18 años con Anne Hathaway) para dedicarse al teatro, probablemente, como
aventuran algunos en la compañía Lord Chamberlain’s Men. Su actividad creadora
se extendió unos 25 años, entre 1589 y 1613, cuando se retiró de nuevo a Stratford,
donde murió.
Shakespeare creó un teatro mucho abierto en sus planteamientos, en el
que la inestabilidad de todas las
cosas parece ser la tesis principal. La visión del mundo que presenta su obra
es variada y contradictoria, con una mezcla
de elementos trágicos y cómicos. Esta mezcla de elementos también se
traduce en una frecuente convivencia de
lo real y lo fantástico. En el fondo de esta concepción del teatro hay una
profunda visión del mundo: el orden
establecido está dominado por el azar
y las decisiones personales. El
lenguaje se poetiza sistemáticamente, sin desdeñar por ello el uso de giros y
expresiones cotidianas, incluso los juegos de palabras, con frecuencia de
índole sexual. Aparte de su teatro, escribió también libro de poemas Sonetos
(1609)
El bardo de Stratford, como se le conoce, creo una amplia galería de
los personajes, principales y
secundarios, plenos de profundidad.
No son, en absoluto, personajes planos, sino que presentan múltiples matices
que les dan una extraordinaria
complejidad: Hamlet, Yago, Shylock, Macbeth; también las mujeres,
inteligentes y agudas a menudo, otras veces víctimas patentes de una situación social
que las lleva a la locura y a la muerte: Lady
Macbeth, Julieta, Ofelia… no son
estereotipos femeninos, sino seres llenos de fuerza dramática.
Portada del First Folio |
Sus obras dramáticas se publicaron
tras su muerte en un volumen conocido como First Folio (1623), en el que se
recogen 36 obras. La clasificación del teatro de Shakespeare no es fácil. Se
suele optar por dividirla en etapas (la primera hasta 1599 y la segunda hasta
su muerte, cunado compondrá sus mejores tragedias) aunque es más habitual
establecerla por subgéneros.
Los dramas históricos. Como ocurre en el teatro español, también en
el teatro isabelino se llevan al escenario asuntos de la historia inglesa para
que el pueblo la conozca y pueda afirmar mejor su sentimiento nacional.
Shakespeare presenta en escena la autoridad de la monarquía inglesa. Como ejemplo, se puede citar Ricardo
III, la historia de un cruel y ambicioso príncipe, condicionado por su
deformidad, que acabará sus días en la batalla de Bosworth («Un caballo, un
caballo, mi reino por un caballo», exclamará poco antes de morir). También hay
que incluir entre los dramas históricos Julio César, de tema clásico.
Las comedias se caracterizan por su intriga o por la frecuente mezcla de realidad y fantasía. Muchas de
ellas son de tema amoroso. La más
importante es El sueño de una noche de verano, de su primera época, con una trama
dividida en tres planos y en la que utiliza el metateatro, uno de sus recursos
preferidos. Destaca también Las alegres comadres de Windsor, en
la da protagonismo al vividor Falstaff,
secundario en algunos de sus dramas históricos.
Las tragedias son sus obras mejores y más conocidas. Sus personajes y
temas se consideran verdaderos arquetipos o símbolos de actitudes humanas. De
su primera época destaca Romeo y Julieta (sobre el amor entre
dos jóvenes de dos familias enfrentadas, inspirado en una narración italiana de
Bandello). En la segunda compondrá Hamlet, sobre la duda y la venganza,
en la que de nuevo utiliza el teatro dentro del teatro (el protagonista,
príncipe de Dinamarca, contrata a un grupo de actores itinerantes para
representar frente a los ojos de Claudio, del que sospecha que ha asesinado a
su padre, un drama que reconstruye el presunto asesinato); en Macbeth
se encarnarán la ambición y el arrepentimiento), en El rey Lear, la ingratitud filial,
en Otelo,
los celos instigados por Yago que precipitan el asesinato de Desdémona…
INFLUENCIA, FAMA Y
VIGENCIA
Shakespeare es seguramente el autor
más conocido y admirado de la literatura occidental. Disfrutó en vida de un
éxito que no ha hecho sino crecer y resulta extraño que algunas de sus obras no
estén en el cartel de las grandes ciudades, más allá del ámbito anglosajón. Uno
de sus primeros traductores al español fue Leandro Fernández de Moratín.
Durante el Romanticismo, sus
personajes y tragedias fueron objeto de inspiración por su sintonía con el
espíritu del movimiento. También los pintores prerrafaelistas ingleses del XIX lo utilizaron para sus cuadros (Ofelia, de Millais) Ya en el siglo XX, se hicieron multitud de
adaptaciones (entre las musicales destaca el ballet Romeo y Julieta de Prokofiev y el musical West Side Story de Leonard Bernstein) y en el cine la nómina de
versiones es tan amplia (consulta el siguiente enlace), que solo podemos
destacar las realizadas por Orson Welles
(Macbeth, Campanadas a medianoche,…),
Lawrence Olivier (Hamlet), más recientemente, Kenneth Branagh (Hamlet, Otelo,…).
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