jueves, 23 de abril de 2015

Tema 14.- La consolidación de una nueva forma de escribir en la novela del siglo XX

A comienzos del siglo XX la novela sigue siendo un género exitoso, que continúa en buena medida la línea realista iniciada en el siglo XIX. Sin embargo, en estos años iniciales varios escritores renovaron su forma de entenderla y escribirla, ampliando sus horizontes formales y temáticos. Entre ellos, destacan los nombres del irlandés James Joyce (1882-1941), del francés Marcel Proust (1871-1922) y del checo Franz Kafka (1883-1924). Después de ellos la novela ya nunca volverá a ser la misma.

La renovación de las técnicas narrativas. La novela del siglo XIX contaba una historia protagonizada por unos personajes destacados y se desarrollaba en un período de tiempo extenso y determinado. El siglo XX es testigo de importantes cambios que transforman la forma de ver el mundo del ser humano: el existencialismo, el psicoanálisis, el socialismo y el anarquismo, los cambios estéticos de las vanguardias. Por ello, la novela necesita renovar sus técnicas para adaptarse a la nueva realidad.

El argumento. La novela del siglo XX entiende que el argumento y sus partes tradicionales (planteamiento, nudo y desenlace) no son imprescindibles en la novela. Con frecuencia la historia se fragmenta y obliga al lector a reconstruirla a partir de varias voces narrativas, como en El ruido y la furia (1929) y Mientras agonizo (1930) de William Faulkner (1897-1962). En otras ocasiones se mantiene la estructura de la novela decimonónica, sustituyendo el realismo por  lo irracional y lo simbólico, como en La transformación  o El proceso de Franz Kafka.
Los personajes. El personaje deja de ser el héroe central en tomo al cual gira el relato y se convierte en un elemento más de este. El narrador ofrece pocos rasgos del personaje; en algunas ocasiones no se conoce ni su nombre o solo se conserva de él la inicial, como en El castillo (1926) de Franz Kafka donde el protagonista se llama K. El protagonista colectivo interesa más a la nueva novela, ya que en un mundo masificado este protagonista colectivo sustituye al héroe individual. John Dos Passos con su novela Manhattan Transfer (1925). En España Camilo José Cela utilizó esta técnica en su novela La colmena (1951).

El tiempo. En la novela tradicional el relato seguía una presentación de los hechos cronológica y lineal. Novelistas como Virginia Woolf (1882-1941) y Thomas Mann (1875-1955) prestaron gran atención a los aspectos temporales en sus obras (en Al faro de Woolf y La montaña mágica de Mann, el tiempo es tan protagonista como los personajes). Por otra parte, el desorden cronológico se convirtió en uno de los rasgos estructurales más característicos de la novela. Es decir, se rompió la linealidad temporal, intercalando el pasado en el presente, como reflejo del funcionamiento, no siempre ordenado, de la memoria. En la novela En busca del tiempo perdido (1913-1927) de Marcel Proust, las alteraciones temporales llegan a la fusión del pasado y presente en un único tiempo. Es lo que se conoce con el nombre de acronía. Las técnicas cinematográficas han facilitado esta nueva concepción del tiempo mediante recursos como la fragmentación del relato en planos o secuencia casi independientes y el «flash back» o analepsis (salto al pasado). Recordad en este caso la famosa magdalena proustiana, causante de los recuerdos rememorados en su obra. Por otra parte, la novela del siglo XIX solía narrar varios años de la vida del protagonista, incluso varias generaciones de una familia. Este planteamiento cambió en el siglo XX, especialmente desde la aparición del Ulises (1922) de Joyce, dondeen mil páginas se concentran unas pocas horas de la vida de Leopold Bloom. 

El narrador y el punto de vista narrativo. La nueva novela del siglo XX, en general, renuncia al narrador omnisciente, que caracteriza la novela del siglo XIX. En el siglo XX se multiplican los puntos de vista narrativos. Algunos novelistas abogan por la desaparición del narrador, algo que ya defendió Gustave Flaubert. En otros casos el escritor opta por la narración en primera persona; de esta manera se transmite una visión limitada de la realidad, algo parecido a lo que ocurre en la vida real (La náusea, de Jean Paul Sartre, 1938; El extranjero, de Albert Camus, 1942). Una estructura muy usada en el siglo XX es el multiperspectivismo: la visión del mismo hecho, o del mismo personaje, desde diferentes perspectivas, no siempre coincidentes y a menudo divergentes. Cada perspectiva puede diferenciarse de las restantes, no solo por lo que el narrador sabe, sino por cómo lo dice y por el tono de su voz. Con las diferentes perspectivas se consigue hacer dudar al lector y que él mismo acabe adoptando su propia visión sobre lo narrado. Aunque esto pase sobre todo en el siglo XX, ya está sembrado en la gran novela de Cervantes.

El monólogo interior. Esta técnica, consiste en reproducir, en primera persona, los pensamientos de
un personaje, tal como brotarían de su conciencia, es decir, sin someterlos a un orden racional o a una sintaxis lógica. De esta manera, el lector entra en contacto directo con la vida psíquica del personaje. No hay que confundirlo con el monólogo tradicional (soliloquio) que es un diálogo del personaje consigo mismo y que se atiene a un orden racional y a una sintaxis lógica. Mediante el monólogo interior, los novelistas indican el desordenado fluir de la conciencia eliminando en la escritura los signos de puntuación y las estructuras gramaticales. El monólogo interior fue utilizado con maestría por James Joyce en Ulises, por William Faulkner y por Virginia Woolf (La señora Dalloway, 1925). En España lo han cultivado, entre otros,  Miguel Delibes (Cinco horas con Mario), Luis Martín-Santos (Tiempo de Silencio) y el reciente premio Cervantes Juan Goytisolo (Señas de identidad).

La renovación estilística. Se tiende a borrar la tradicional separación entre el lenguaje narrativo, el filosófico y el poético. Los límites de la novela han desaparecido y en ella tienen cabida los textos periodísticos, los anuncios, los informes… La tipografía se carga de valores expresivos, desaparece la puntuación ortográfica, se utilizan diversos tipos de letra, distintos idiomas. Todo cabe en ese enorme cajón de sastre en que acabó por convertirse la novela.

Conclusiones. En el siglo XX la novela deja de ser puro entretenimiento para convertirse en herramienta de conocimiento de la realidad, preocupación intelectual y reflejo de los problemas humanos. Pero, más importante que el enriquecimiento temático resultará la renovación técnica, el cambio radical de la estructura: desplazamiento del punto de vista narrativo, enfoque de una acción desde distintas perspectivas, ruptura de la secuencia temporal, contrapunto, monólogo interior, etc. En los años que van de 1920 hasta 1925, se publicaron obras sumamente significativas. En esos años verán la luz El castillo y El proceso, de Franz Kafka; El mundo de Guermantes, de Marcel Proust; Ulises, de James Joyce, Manhattan Transfer de Dos Passos y La montaña mágica, de Thomas Mann.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.