Por aquello de repasar los subgéneros líricos, copio a continuación un fragmento en versión modernizada de las más famosas elegías de nuestra Edad Media: el planto (o llanto) que Juan Ruiz dedica a la alcahueta Trotaconventos por boca de don Melón en el Libro del buen amor.
¡Ay muerte! ¡Muerta seas, bien muerta y malandante!
¡Matásteme a mi vieja! ¡Matárasme a mí antes!
Enemiga del mundo, no tienes semejante:
de tu memoria amarga nadie hay que no se espante.
Al que hieres tú, Muerte, nadie lo salvará,
humilde, bueno, malo, noble, no escapará;
a todos te los llevas, diferencia no habrá,
tanto el Rey como el Papa ni chica nuez valdrá;
no respetas parientes, señorío, amistad;
con todo el mundo tienes continua enemistad,
no existe en ti el amor, clemencia, ni piedad,
sino dolor, tristeza, mucha pena y crueldad.
Jamás nadie de ti se ha podido esconder
y ninguno ha podido contigo contender,
la tu venida triste no se puede entender;
cuando llegas, no quieres a ninguno atender.
Dejas el cuerpo yerto a gusanos en huesa,
el alma la separas del cuerpo con gran priesa,
no está el hombre seguro de tu carrera aviesa,
de hablar sobre ti, muerte, espanto me atraviesa;
eres de tal manera del mundo aborrecida
que, por bien que lo quieran al hombre, aquí, en la
al punto que tú llegas con tu mala venida,
todos huyen de él luego, como de res podrida;
aquellos que gustaban en vida su compaña
aborrécenlo muerto, como a una cosa extraña,
sus parientes y amigos, todos le tienen saña,
todos huyen de él, como si fuese araña;
cuando tú vienes, muerte, son luego aborrecidos
por padre y por madres sus hijos muy queridos;
por amigas, amigos deseados, servidos;
por mujeres leales, los sus buenos maridos.
Haces al que es muy rico yacer en gran pobreza:
no tiene ni una blanca de toda su riqueza,
el que en la vida es bueno y de mucha nobleza
es hediondo en la muerte y lleno de vileza.
Si pincháis en este enlace, encontraréis un vídeo relacionado.
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