miércoles, 23 de noviembre de 2011

Del teatro griego a La Celestina



La cultura teatral floreció en Grecia a partir del siglo VI a. C. El teatro griego se originó en un espacio circular al aire libre, en el que se ejecutaban unas danzas, vinculadas a celebraciones o fiestas religiosas de carácter ritual. Las fiestas más célebres fueron las llamadas Dionisias Ciudadanas o Grandes, instituidas en honor del dios Dionisos. Estas costumbres rituales de los griegos fueron posteriormente un componente esencial de su dramaturgia, sobre todo la purificación o catarsis.

En cuanto a los argumentos, el género dramático tuvo como motivo principal de sus obras a los grandes personajes de la mitología griega (Electra, Orestes, Edipo, Antígona,...). El auditorio conocía perfectamente la historia de Edipo, por ejemplo, cuya representación parcial le servía para llegar a identificarse con él hasta el punto de que la catarsis experimentada por el personaje era compartida por el público.

Se considera a Tespis el padre del teatro. Tespis viajaba en un carro donde montaba su teatro y representaba obras con temas diferentes al culto de Dionisio. Desarrollaron la tragedia tal y como la conocemos Esquilo (Los persas), Eurípides (Medea) y Sófocles (Edipo rey). El gran autor de comedias fue Aristófanes (Lisístrata).

El vestuario de una representación griega se componía de máscaras muy grandes, que transformaban al actor en personaje y servían de megáfono aumentando la voz del actor; túnicas, cortas o medias y mantos que variaban los colores según la importancia del personaje tenía más o menos importancia; y el coturno o zanco de madera que elevaba a los actores para resultar visibles.

Los autores romanos, especialmente Plauto y Terencio, asimilaron el modelo de teatro de los griegos y lo extendieron por su vasto Imperio.

A su caída, en la llamada Edad Media, se perdió de manera generalizada el recuerdo sobre la manera en que se representaba el teatro griego y romano. Aunque algunos textos dramáticos clásicos sobrevivieron, no había una idea clara sobre qué eran esos textos o la manera en que se representaban. A pesar de esto, continuaron copiándose en los monasterios medievales y, más tarde, fueron estudiados y comentados en los estudios generales y sus sucesores, las universidades. En particular, Terencio fue el comediógrafo latino más presente en la Edad Media. Como consecuencia, surgió en las universidades medievales una tradición de comedias en latín que seguían la comedia de Terencio, conocidas como comedias elegíacas. Se trataba generalmente de un teatro pensado para ser leído, no interpretado, dado que se había perdido la idea de la relación entre los textos latinos que servían de modelo y la representación escénica. Aunque las comedias elegíacas se escribían mayoritariamente en latín, esta tradición influyó en la creación de la obra maestra del teatro universitario tardomedieval español, La Celestina, cuyo autor, Fernando de Rojas, estudió en la Universidad de Salamanca, donde conocería esta tradición.

Para ampliar información sobre el teatro antiguo griego, pincha aquí y sobre el teatro medieval, aquí.

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