viernes, 2 de diciembre de 2011
De los héroes homéricos al Mío Cid
Faltaba en este cuaderno digital algún apunte sobre el origen del otro gran género literario, la épica o narrativa, tras lo publicado sobre la lírica y el drama. Decíamos hace un par de semanas que los primeros textos narrativos fueron las epopeyas, es decir, los relatos protagonizados por un héroe que se identificaba con los valores de un pueblo. Aunque hay quienes opinan que los cuentos y las leyendas son tan antiguos como la épica, sin que les falten razones, lo cierto es que existen indicios sobre la existencia de relatos versificados trasmitidos oralmente desde hace tres mil años. Repasemos pues algunos de los precedentes de nuestro Cantar de Mío Cid, cuyo manuscrito preside esta entrada.
La Ilíada, atribuida a Homero, es un largo poema (más de 15.000 versos, oigan) que se dividía ya por aquellos siglos en 24 cantos o rapsodias (lógico: no había quien los pudiera recitar ni escuchar de seguido). Tiene por tema la cólera desatada del griego Aquiles (“el de los pies ligeros”, un guerrero aparentemente invulnerable), motivada porque su jefe le hurta una esclava (al principio de la obra) y ante la muerte de su buen amigo Patroclo (ya casi al final). Narra los acontecimientos ocurridos durante 51 días en el décimo y último año de la guerra de Troya, que debió acaecer hacia el siglo XII a. C. El título de la obra deriva del nombre griego de Troya, Ιlión. Es de lo más antiguo que conocemos por Europa, ya que se piensa que sus cantos más antiguos podrían ser del siglo X, aunque el conjunto se suele datar en el VIII; la primera versión escrita es del siglo II (siempre antes de Cristo).
La Odisea, atribuida al mismo vate ciego, tiene por protagonista a un griego artero y astuto (Ulises u Odiseo, rey de Ítaca), que se las ve moradas para volver a su país tras la guerra de Troya. También se divide en 24 cantos, aunque aquí la historia presenta tres partes bien diferenciadas: la Telemaquia describe la situación de Ítaca con la ausencia de su rey, el sufrimiento de Telémaco y Penélope debido a los pretendientes, y cómo el joven emprende un viaje en busca de su padre. Después,en el regreso de Odiseo (cantos del V al XII) Odiseo llega a la corte del rey Alcínoo y narra todas sus aventuras desde que salió de Troya. Finalmente, en la venganza de Odiseo (cantos del XIII al XXIV), se describe el regreso a la isla, el reconocimiento por alguno de sus esclavos y su hijo, y cómo Odiseo se venga de los pretendientes matándolos a todos. Tras aquello, Odiseo es reconocido por su esposa Penélope y recupera su reino. Ya comentamos que esta obra se puede considerar el germen o semilla de toda la narrativa posterior.
La Eneida es una epopeya latina escrita por Virgilio, en el siglo I a. C, por encargo del emperador Augusto y tiene por protagonista al troyano Eneas, hijo de Anquises y la diosa Venus. Con la intención de glorificar el Imperio Romano recién nacido, Virgilio imita los poemas homéricos. La historia comienza con la destrucción de Troya (aquí se cuenta la famosa historia del caballo), pasa por los desgraciados amores de Eneas con la cartaginesa Dido (quien, abandonada, acabará suicidándose) y culmina con la fundación y establecimiento de Roma tras las victorias de Eneas en Italia y su boda con la princesa Lavinia.
Ya en la Eddad Media que nos ocupa, destaca el Cantar de Roldán , un poema épico escrito a finales del siglo XI en francés antiguo, atribuido a un monje llamado Turoldo. Tal vez sea el cantar de gesta más antiguo escrito en lengua romance en Europa (hacia el 1060 y 1065). Narra literariamente los hechos de la batalla de Roncesvalles, que históricamente no pasó de ser una escaramuza. El núcleo de la historia es el comportamiento heroico de Roldán, sobrino del emperador Carlomagno, quien, traicionado por Ganelón, aguanta bravamente los ataques de un ejército musulmán muy superior sin avisar a la huestes de su tío, por lo que van cayendo los caballeros ante los muchos sarracenos que les acosan. Cuando finalmente se decide a tocar el cuerno u olifante, es demasiado tarde. Morirá poco después de intentar sin éxito romper su espada Durandarte para que no caiga en manos del enemigo.
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