...que ya no podrá ser materia de examen, naturalmente, pero que fue una de las formas métricas más exitosas del Barroco. Es una combinación extensa de heptasílabos y endecasílabos sin rima ni estructura fija. Se diferencia de la estancia en que esta última repite esa estructura a lo largo de un poema mayor, como aquella égloga I de Garcilaso que leísteis parcialmente.
La que a continuación os ofrezco es obra de Francisco de Rioja, un poeta sevillano del XVII (además fue bibliotecario del famoso Conde-Duque) que sentía predilección por la imagen de las flores para representar el gran tema de la poesía de su tiempo: ¿cuál?
A la rosa
Pura, encendida rosa
émula de la llama
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría
si sabes que la edad que te da el cielo
es apenas un breve y veloz vuelo,
y ni valdrán las puntas de tu rama,
ni púrpura hermosa
a detener un punto
la ejecución del hado presurosa?
El mismo cerco alado
que estoy viendo rïente,
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.
Para las hojas de tu crespo seno
te dio Amor de sus alas blandas plumas,
y oros de su cabello dio a tu frente.
¡Oh fiel imagen suya peregrina!
Bañote en su color sangre divina
de la deidad que dieron las espumas;
y esto, purpúrea flor, esto ¿no pudo
hacer menos violento el rayo agudo?
Róbate en una hora,
róbate licencioso su ardimiento
el color y el aliento.
Tiendes aún no las alas abrasadas
y ya vuelan al suelo desmayadas.
Tan cerca, tan unida
está al morir tu vida,
que dudo si en sus lágrimas la Aurora
mustia, tu nacimiento o muerte llora.
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