5b. Comente los aspectos más relevantes de la obra española posterior a 1974 que haya leído en relación con su contexto histórico y literario.
Los peces de la amargura (Premio
Real Academia Española 2008) es un libro de relatos publicado en 2006 cuyo tema común es el clima
de violencia social vivido en el País Vasco por el terrorismo de ETA. Su autor,
Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), había publicado novelas destacadas
anteriormente, pero su mayor éxito lo alcanzó con Patria en 2016 (Premio
de la Crítica en 2016 y Nacional de
Narrativa en 2017), novela en la que retoma el mismo tema. Frente a la huida
del presente que caracteriza la narrativa española del siglo XXI, más propensa a
la recreación del pasado --bien de la juventud perdida, bien de la dictadura
franquista y la Guerra Civil o de tiempos más remotos--, Aramburu abordó en
estos relatos la que fue, según las encuestas, la principal preocupación de los
españoles durante décadas más recientes.
El autor plantea en estas diez
narraciones el modo en que afectan los atentados a sus víctimas y, sobre todo, a
los familiares o cercanos damnificados, marcados ya para el resto de su
existencia. Los relatos se presentan con una variedad de estrategias narrativas
--el monólogo a un hijo por nacer (“Lo mejor eran los pájaros”); la narración
en tercera persona (“Enemigo del pueblo”); el relato enteramente dialogado (“Después
de las llamas”); o la carta (“Informe desde Creta”)--, paralela a la diversidad
de historias y personajes: la familia de una víctima inválida (“Los peces de la
amargura”); la mujer de un guardia urbano asesinado (“Madres); la madre
remordida por lo que hizo su hijo etarra (“Maritxu”); los vecinos de un
concejal acosado (“La colcha quemada”); el preso que cuenta cómo llegó a ser
terrorista (“Golpes en la puerta”); o el
adolescente que averigua cómo mataron a su padre (“El hijo de todos los muertos”).
En cuanto al estilo, destaca el
tono coloquial de muchos de los relatos y de sus personajes: en sus diálogos abundan los vulgarismos (apócopes, palabrotas) y los rasgos de la variedad diatópica del español
en zonas de sustrato vasco, como el uso del condicional por el imperfecto de subjuntivo.
Con este recurso las voces de los personajes se individualizan y su construcción
adquiere verosimilitud. Tan creíble resulta la resignación de las víctimas,
como la desgracia de los educados en el odio asesino.
El resultado es una crónica de
los efectos de la violencia por quienes la sufrieron, que evita tanto los
detalles tremendistas como los excesos sentimentales, pero que logra trasladar
al lector al clima vivido en el País Vasco durante finales del siglo XX y
principios del XXI. En esa representación costumbrista y sobrecogedora radica
su gran valor literario, al que se suma el valor histórico y documental de la
sociedad modelada en el País Vasco por el terrorismo de ETA y la presión social de sus cómplices.
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