miércoles, 24 de octubre de 2018

Ejemplos medievales: el ratón de campo y el de ciudad

Prometía en clase ofrecer aquí diferentes versiones del cuento de la lechera; podréis encontrarlas pinchando en el enlace anterior. Interesa sobre todo la continuidad del motivo a través de los tiempos y la relación entre las antiguas y modernas fábulas (Esopo, Samaniego) y los ejemplos medievales (la doña Truhana de don Juan Manuel en El conde Lucanor). No conviene olvidar ese otro eslabón --si no inicio-- de la cadena que fue el Panchatantra.

Un gato con un ratón en la boca en un manuscrito del siglo XIII (Harley 928 f. 44v)

En el siguiente ejemplo del Libro de buen amor se aprecia muy bien la relación entre los ejemplos medievales y las fábulas protagonizadas por animales. Sigue lo que replica doña Garoza ante el cortejo y las insinuaciones de Trotaconventos en favor de don Melón de la Huerta. Se trata de una versión modernizada.


"Pero temo y recelo que yo engañada sea;
no quiero que me pase como al ratón de aldea
que con el de ciudad divertirse desea.
Voy a contarte el caso y acabe la pelea.

Mur de Guadalajara un lunes madrugaba
y fuese a Monferrado, en el mercado andaba;
un ratón de gran barba invitole a su cava,
convidole a comer ofreciéndole un haba.

Están en mesa pobre, buen gesto y buena cara,
si la comida es poca, en la amistad se ampara,
a los pobres manjares el placer los repara;
quedó muy satisfecho el de Guadalajara.

 La comida ya hecha, el manjar acabado,
convidó el de la villa al mur de Monferrado
para que fuese el martes a ver aquel mercado
y que, en correspondencia, fuera su convidado.

Le recibió en su casa y diole mucho queso,
mucho fresco tocino que no estaba salpreso,
enjundias, pan cocido, sin medida ni peso;
así, del aldeano crecía el embeleso.

Manteles de buen lino, una blanca talega
bien repleta de harina; el mur allí se pega;
 muchas honras y obsequios le hacía su colega,
alegría y buen rostro con la comida llega.

En la mesa, muy rica, mucha buena vianda,
a cual mejor es todo el manjar que allí anda,
y, además, el agrado que el ser huésped demanda;
solaz con mesa buena, a cualquier hombre ablanda.

Ya comiendo y holgando, en medio del yantar,
la puerta de la estancia comenzó a resonar;
su señora la abría, dentro quería entrar,
los ratones, de miedo, huyen al verla andar.

El de Guadalajara va al hueco acostumbrado,
mas el huésped corría acá y allá asustado,
sin saber en qué sitio se vería amparado;
a la pared se acoge, muy quieto y arrimado.

Cerrada ya la puerta y pasado el temor,
estaba el aldeano con fiebre y con temblor;
sosegábale el otro, dice:- Amigo, señor,
alégrate comiendo de todo a tu sabor.

Este manjar es dulce y sabe como miel.
Contestó el aldeano: -Veneno yace en él;
al que teme la muerte el panal sabe a hiel.
Solo para ti es dulce; tú solo come de él.

Para quien tiene miedo no existe dulce cosa,
falta el gusto de todo con la vida azarosa;
si se teme a la muerte, ni la miel es sabrosa,
toda cosa es amarga en vida peligrosa.

Prefiero roer habas, muy tranquilo y en paz,
que comer mil manjares, inquieto y sin solaz;
con miedo, lo que es dulce se convierte en agraz,
pues todo es amargura donde el miedo es voraz.

Mas,¿por qué me detengo aquí? Casi me mato
del miedo que pasé, porque me da el olfato
que, si al estar yo solo, hubiera entrado un gato,
me atrapara, sin duda, y me diera un mal rato.

Tú tienes grandes casas, pero mucha compaña,
comes muchos manjares, y eso es lo que te engaña;
mejor es mi pobreza en segura cabaña,
porque el hombre mal pisa y el gato mal araña.

Con paz y con sosiego es rica la pobreza,
para el rico medroso es pobre la riqueza,
tiene siempre recelo con miedo y con tristeza;
 la pobreza gozosa es segura nobleza.

Más valen en convento las sardinas saladas,
haciendo a Dios servicio con las monjas honradas,
que perder la mi alma con perdices asadas,
 quedando escarnecida como otras desgraciadas."

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