lunes, 29 de enero de 2018

Ruta literaria por el Madrid histórico (II): desde Tirso de Molina hasta la plaza de Matute

Tirso esculpido por Rafael Vela del Castillo 
Reanudamos la ruta en la plaza de Tirso de Molina, antes del Progreso, y aún antes espacio que ocupó el convento de la Merced en el que vivió fray Gabriel Téllez, nombre real tras el seudónimo literario de Tirso. El edificio religioso fue vaciado y demolido en 1837 tras la desamortización impulsada por Mendizábal, quien por cierto precedió al escritor en la preeminencia de esta plaza llamada del Progreso entre 1869 y 1939 (allí paraba Benina en la Misericordia de Galdós). En el pedestal de la estatua que le erigió el ayuntamiento en 1943 se pueden leer los títulos de sus obras más representativas: Don Gil de las calzas verdes, El burlador de Sevilla o El condenado por desconfiado. De la plaza salimos por el extremo oriental hacia la calle Magdalena. En su cruce con la calle Lavapiés, pasado justo el teatro Nuevo Apolo, se puede hacer mención a la localización cercana de una de las viviendas conocidas de Cervantes en Madrid. 


Una de las lápidas en el zaguán de San Sebastián
De Magdalena parte la calle Luis Vélez de Guevara, dramaturgo también del XVII, por la cual llegaremos hasta la de Atocha para bajar unos metros hasta su  número 39 y acceder al zaguán de la iglesia de San Sebastián, parroquia de este barrio de escritores desde su fundación en la segunda mitad del siglo XVI sobre una antigua ermita. En su archivo hay constancia documental de bautizos, bodas y defunciones de los ilustres habitantes del barrio (tres lápidas lo recuerdan en la pared de su entrada), razón por la que se declaró el edificio monumento histórico-artístico, si bien no lo parezca por su actual arquitectura, reconstruida en los 40 tras el bombardeó que la destruyó en 1936. En el lado frontero a las calles de San Sebastián y Huertas hubo un cementerio donde se enterró a Lope de Vega en 1635 y que hoy es una floristería. Frente a la misma estuvo la fonda de San Sebastián, lugar de reunión de una tertulia literaria muy activa en la segunda mitad del siglo XVIII, capitaneada por Nicolás Fernández de Moratín y frecuentada por José Cadalso. De este último, autor de las Cartas Marruecas, se cuenta que, desesperado, intentó desenterrar en el vecino cementerio a su amante, la actriz María Ignacia Ibáñez. El episodio, recreado en sus Noches lúgubres, se tiene por más legendario que histórico. Como fuera, su relato constituye un anticipo del sentir prerromántico en tiempo de los ilustrados.

Atravesamos en dirección noroeste la contigua plaza del Ángel para tomar la calle Espoz y Mina hasta que corta con la calle Cruz. En la intersección de ambas un mural y una placa  recuerdan el desparecido corral de la calle Cruz, situado en las cercanías, tal vez más próximo a la plaza del Ángel que la placa conmemorativa del ayuntamiento. Allí estrenaron sus obras los grandes dramaturgos españoles desde su puesta en funcionamiento a finales del XVI hasta su demolición (¡esa  manía de tirarlo todo!) en 1859. Lope fue prendido en ese lugar por los libelos contra Elena Osorio en 1587 y Zorrilla trabajó en exclusiva para el empresario Lombía que gestionó el teatro hacia 1840 y se enriqueció con el Tenorio y otras creaciones igualmente populares del poeta vallisoletano.
José Zorrilla por los años que escribía para el teatro de la Cruz
Tomamos desde allí la calle dedicada al poeta madrileño del siglo XV Juan Álvarez Gato, más conocido por el callejón del Gato de Luces de Bohemia, para ver los dos espejos deformantes, cóncavo  y convexo, que inspiraron el famoso parlamento del esperpento a Valle-Inclán puesto en boca de Max Estrella. Salimos a la calle Núñez de Arce, poeta  activo en la segunda mitad del XIX y nos adentramos en la plaza de Santa Ana. Conviene detenerse junto a la estatua de Calderón de la Barca si no está muy rodeada de grupos como el nuestro. En sus bajorrelieves se representan cuatro escenas de su obras, entre ellas dos de las más representativas, La vida es sueño y El alcalde de Zalamea. Es buen lugar para explicar el origen de la plaza, que debe su nombre al solar del convento carmelita fundado por Juan de la Cruz en 1586 y derribado por orden del rey José I, también conocido en Madrid por tales decisiones como Pepe Plazuelas. Buen servicio hizo en esta ocasión el francés. Descendemos la plaza hasta la estatua de Lorca para contemplar la fachada del teatro más representativo de Madrid.
Recreación de una representación en el antiguo corral del Príncipe (J. Comba)

El hoy llamado Teatro Español se levanta con ese nombre desde 1849 en el mismo lugar que en el XVIII ocupó el Teatro del Príncipe y desde 1583 el corral de comedias que tomaba el nombre de la calle aledaña, fundido con el contiguo de la Pacheca. Se trata por tanto de un espacio que lleva dedicado a la representación dramática más de cuatro siglos, descontando incluso el periodo de reforma de corral a teatro (entre 1735 y 1745) y los cinco años de reconstrucción tras el incendio de 1802. Si la plaza no está muy ruidosa será buen sitio para explicar frente a su fachada la estructura de los corrales y la secuencia de las representaciones. También merecen un apunte los medallones en relieve dedicados a los grandes dramaturgos que decoran la fachada. 


Avanzando por la calle Príncipe hasta el cruce con Huertas toparemos con el número 18 de la misma, donde debió de habitar Cervantes entre 1612 y 1615 (en su tiempo fue el número 13). Allí le envió sus consejos para los poetas españoles el mismo dios Apolo en la Adjunta del Viaje del Parnaso. La placa conmemorativa se puede ver justo por encima del portal del restaurante Casa Alberto, un clásico del Madrid gastronómico por antigüedad y mérito. Unos pocos metros más abajo de Huertas se abre la plaza de Matute. En la parte que se acercaba más a Atocha estuvo el Real Colegio e Iglesia de Loreto, a cuyo huerto daba otra de las viviendas que ocupó el buen alcalaíno en Madrid. En el 5 de esta plaza estuvo también la primera imprenta del periódico El Imparcial y pegado a la misma habitó el poeta José Zorrilla. Buen sitio para hacer breve pausa antes de la última etapa.

2 comentarios:

  1. Excelente entrada, David. Como todo tu blog. Un saludo muy afectuoso. Julio C. Varas

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    1. Muchas gracias, Julio. Ánimo con estas tareas y fatigas nuestras. Un abrazo

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