lunes, 25 de mayo de 2015

Tema 2. La lírica del amor: el petrarquismo.

2.- La lírica del amor: el petrarquismo. Orígenes: la poesía trovadoresca y el Dolce Stil Nuovo. La innovación del Cancionero de Petrarca.

I. El primer Renacimiento en Italia
El cambio de las estructuras económicas, propiciado por la llegada al poder de la burguesía en las ciudades-estado italianas durante el siglo XIII, es el motor que genera el cambio de mentalidad con el que se inicia el Renacimiento. Ya en el siglo XIV aparecen en Italia las primeras manifestaciones anunciadoras de una nueva etapa literaria, que tendrá su eclosión definitiva en el siglo XV.
 
II. El dolce stil novo
Durante la primera mitad del siglo XIII conviven en Italia dos corrientes poéticas:
a) Por una parte, la que bebe directamente de la tradición provenzal-trovadoresca, en la que predominan las convenciones del amor cortés, que son trasunto literario del sistema feudal (el poeta sirve a su dama como  un vasallo a su  señor).
b) Por otra, la escuela siciliana, temáticamente emparentada con la anterior, pero creadora de innovaciones formales que se consagran para caracterizar todo el posterior Renacimiento europeo: el verso endecasílabo,
combinado a veces con el heptasílabo, y la más fructífera combinación estrófica, el soneto.
El dolce stil novo (o nuovo). En la segunda mitad de siglo irrumpe una nueva corriente que tiene su foco en Bolonia y, sobre todo, en Florencia. Entre los poetas que integran esta nueva corriente poética destacan Guido Calvacanti y Dante Alighieri. Su poesía, marcadamente innovadora, se conoce con el nombre de dolce stil novo, expresión extraída de un verso de la Divina Comedia de Dante. La poesía stilnovista responde al declive del sistema feudal y a la mentalidad de la nueva clase emergente: frente a la nobleza de sangre, heredada, se proclama la importancia de la nobleza de corazón (el cor gentil, en toscano) propia del hombre que alcanza valor por su propio mérito y esfuerzo, lo que se manifiesta en su manera de sentir el amor. El amor se entiende como símbolo de la divinidad y su destinataria es la donna angelicata, mujer angelical a la que el poeta venera como medio de perfeccionamiento de su alma porque, adorándola, aspira a ganarse el cielo. Aunque a veces se refiera a una mujer real, la dama aparece idealizada en el poema, fijada con una belleza y una juventud eternas. Es patente, por tanto, el cambio en la concepción de la mujer pues, frente a la feudalización de la dama y la ocultación de su nombre en la poesía trovadoresca, en el dolce stil novo la mujer está divinizada, aunque con su nombre propio, sin el anonimato propio del amor cortés. Formalmente, los poetas del stilnovismo contribuyen a arraigar las innovaciones de los poetas sicilianos de la primera mitad de siglo: el uso del heptasílabo y el endecasílabo y sus combinaciones estróficas, principalmente la canción, la balada y el soneto. 

III. Petrarca y su Cancionero

Francesco Petrarca nació en Arezzo (Toscana, Italia) en 1304. Contaba con ocho años cuando se instaló con sus padres en Avíñón (Provenza, Francia), donde por entonces residía la corte papal. En esta ciudad y en sus alrededores vivió largas temporadas durante su juventud, interrumpidas por sus estancias en Montpellier y en Bolonia para estudiar Leyes. Fue también en Aviñón donde, en 1327, conoció a Laura de Noves, de quien se enamoró instantáneamente y que sería para siempre la inspiradora de toda su poesía amorosa. Al parecer, Laura nunca aceptó de Petrarca más que un trato de cordial espiritualidad. La distancia que siempre mantuvieron no fue suficiente para apagar en el poeta el ardor amoroso; por ello recibirá con gran dolor, en 1348, la noticia de que Laura había muerto como una de las miles de víctimas de la peste que asolaba Europa desde al año anterior. En 1330 recibió órdenes menores para poder vivir del desempeño de cargos eclesiásticos, con los que disponer de cierto ocio para dedicarse a las letras.


Petrarca viajó incansablemente por Italia y por numerosas ciudades europeas. En sus viajes entabló amistad con muchas personalidades de la cultura de la época, entre ellas, la que le unió inquebrantablemente con Giovanni Boccaccio, autor  del Decameron. En 1341 recibió el más alto galardón que podía esperar un poeta: fue coronado por el Senado romano como poeta excelso, distinción de la que siempre se enorgulleció. Tuvo dos hijos naturales, Giovanni y Francesca, tal vez de la misma mujer, de la que no se tienen datos. Dedicó la mayor parte de su vida a la labor filológica de recuperar y divulgar a los clásicos latinos, así como a su propia creación literaria, la cual sometió a constante revisión: fue sin duda el primer humanista y el modelo de los posteriores. Cultivó tanto la literatura en latín como en italiano: en lengua vulgar escribió dos obras, el Cancionero (Rerum vulgarium fragmenta) y los Triunfos, un largo poema alegórico-narrativo en el que Petrarca siguió la estela de la Divina Comedia de Dante. Escrito igualmente en tercetos encadenados, el poema se divide en seis triunfos (el del amor, el pudor, la muerte, la fama, el tiempo y la eternidad), planteados como un largo itinerario hacia la divinidad. Murió en Arquá, a pocos kilómetros de Padua, en 1374.


EL CANCIONERO


Todas sus composiciones líricas en lengua italiana las recogió Petrarca en el Cancionero, que fue ampliando a lo largo de toda su vida desde 1330 y que sometió a constantes revisiones hasta el momento mismo de su muerte, dando muestras de una gran preocupación por el legado de su obra a la posteridad. En su forma definitiva, consta de 366 composiciones, con predominio absoluto de los sonetos (317), aunque figuran también canciones y otros subgéneros líricos. En el Cancionero influyen tres corrientes:


a) La tradición provenzal del amor cortés.

b) La poesía italiana del siglo XIII: la de la corte siciliana y el  dolce stil novo.

c) La antigüedad clásica, visible en las referencias mitológicas y el neoplatonismo.
Como novedad respecto a los poemarios de los poetas trovadorescos o a los de Dante en donde las composiciones se agrupan en un libro como poemas sueltos, el Cancionero es un conjunto coherente que dota de una unidad a sus poemas pues en él Petrarca cuenta, desde su presente, su historia amorosa con Laura para rescatarla del olvido y eternizarla.

El tema principal es el amor y, en relación con él, todo el conjunto se divide en dos partes: En vida de Laura (In vita) y En muerte de Laura (In morte). La obra aborda múltiples sutilezas y matices del sentimiento amoroso: la pasión desasosegante del amor no correspondido, el deseo de liberarse del sufrimiento provocado por la pasión, el juicio de que los años de amor infructuoso debiera haberlos dedicado a Dios, el anhelo de la contemplación divina de Laura en el cielo, etc. Aunque Laura está presente en todos los poemas amorosos, el verdadero centro de interés es el análisis pormenorizado de los sentimientos que ella inspira en el poeta.


En el estilo hay que destacar los siguientes rasgos:

a) El uso de un lenguaje sencillo y a la vez exquisito, con una depurada selección léxica en busca del refinamiento y la elegancia, habría de marcar el devenir de la lengua poética de los siglos posteriores.

b) El empleo de figuras retóricas como el oxímoron, la metáfora, la antítesis o la paradoja que contribuyen a sugerir matices muy variados del sentimiento.


IV. Influencia


Habría de ser la vena lírica de Petrarca empleada en la expresión del amor la que influyera decisivamente en toda la poesía renacentista europea, dando lugar a la corriente denominada, como no podría ser de otro modo, petrarquismo que influirá enormemente en la poesía amorosa europea posterior. En Italia, sus seguidores e imitadores fueron muchos, entre los que destacó en el siglo XVI Pietro Bembo (Rimas). En España, triunfará con la poesía del toledano Garcilaso de la Vega y su escuela en la primera mitad del siglo XVI. Su influencia continuará en la segunda mitad del siglo en poetas como Herrera y Góngora, e incluso bien entrado el siglo XVII Quevedo escribiría un pequeño cancionero petrarquista (Canta sola a Lisi). Por su parte, Francisco Sá de Miranda  adaptó al portugués la nueva estética, con cuyos principales representantes de otros países tuvo contacto directo. En Francia en la segunda mitad del XVI, el petrarquismo es asumido por los poetas de La Pléiade como Joachim du Bellay (La Oliva) y Pierre de Ronsard (Sonetos para Helena).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.