Sigue el comentario prometido sobre "El crepúsculo de la mañana" ("Le crépuscule du matin"), basado en el de un colega del IES Tirso de Molina, con alguna ampliación de otras fuentes.
1.- Se trata de
una descripción dinámica del amanecer en la ciudad de París, desde punto de vista de una voz poética que parece
estar en movimiento como una cámara en un travelling
cinematográfico. Comienza con un sonido que rompe el silencio de la noche, el
de la diana que despierta a los militares en los cuarteles, para hacer un
recorrido que va del interior de las casas a las calles, y termina con un gran
plano general de la ciudad personificada como un "anciano laborioso"
que se dispone a emprender una nueva jornada. Lo que esa "aurora
tiritante vestida de rosa y verde" viene a descubrir dentro de los
hogares, en claro contraste con el color de su vestido, es un mundo de
sufrimiento y miseria. Aparecen, con el sol, la culpa del adolescente
atormentado por "sueños malignos", probablemente eróticos; el hastío
vital -el simbolista spleen- del poeta y de la mujer ("el hombre
está fatigado de escribir y la mujer de amar."), a los que ya ni siquiera
la poesía ni el amor les sirven como evasión de la anodina monotonía de la
sociedad burguesa industrial; el agotamiento de las prostitutas que, cansadas
tras toda una noche de trabajo, " dormían un sueño estúpido "; las
mendigas famélicas de "senos flácidos y fríos” que encienden una pobre
lumbre que no les quita el frío; el dolor de las mujeres que paren entre
"el frío y la miseria", mientras el llanto del niño "cortado por
un vómito espumoso" se confunde con el canto de los gallos que "a lo
lejos rasgaba el aire brumoso"; y, en violenta oposición con el cuadro
anterior, el "postrer estertor" de los enfermos que mueren en los
hospitales. Mientras tanto, en el exterior, algunos vuelven a sus casas tras
toda una noche de juerga, con lo que se completa un movimiento de vaivén entre
la vida y la muerte del niño que nace, el enfermo que muere, y el que disfruta
de la fiesta. Todo esto sucede mientras se despierta el laborioso París de los
artesanos y de los burgueses.
2.- En cuanto
al comentario formal, el texto pertenece al género lírico. La versión al
español no ha conservado la métrica del texto francés en alejandrinos, una
estructura métrica de origen medieval con una cesura central que los divide en
dos hemistiquios iguales. La mayor parte de los verbos están en pretérito
imperfecto de indicativo ("cantaba", "soplaba",
"Era"...), lo que se explica por el carácter descriptivo del texto. También encontramos formas verbales en presente de indicativo
("tuerce", "palpita", "menea"…) dado que vienen a
comunicar acciones repetidas en el tiempo ("Como un rostro lloroso que las
brisas enjugan,/ el aire está lleno del escalofrío de las cosas que se fugan ").
Este uso del presente pretende convertir en general lo que es, en el fondo, una
impresión particular del poeta. La adjetivación es abundante, como corresponde
al carácter descriptivo del texto. La anteposición frecuente de los adjetivos ("atezados
adolescentes", "fríos senos", "hondos hospitales",
"sombrío París") refuerza el lirismo del poema. De los recursos
literarios, destacamos los tres símiles que, en su sucesión, forman la estructura
principal del texto ("cual ojo sangrante...", "Como un rostro
lloroso...", "cual un sollozo cortado..."). También son
importantes las personificaciones ("cantaba la diana", "la sombra
de París, frotándose los ojos") pues abren y cierran la composición. Con
estas y otras imágenes se configura un lenguaje simbólico (el "ojo
sangrante" de la mancha de luz que proyecta la lámpara sobre la oscuridad
del techo podría representar la lucha entre el alma del adolescente y su cuerpo
"áspero y torpe", retorcido por los sueños eróticos) aunque también
se aprecia en el texto cierta influencia naturalista en la descripción de la
muerte de los enfermos y de la vida de las mendigas. Algo que como apuntaba
alguien en clase, habéis encontrado también en Luces de Bohemia.
3 y 4.- Charles Baudelaire
(1821-1867) fue un poeta, crítico de arte y traductor francés, incluido por Verlaine
entre los poetas malditos, debido a su vida bohemia y a la visión del mal que
impregna su obra. Las influencias más importantes sobre él fueron Théophile
Gautier y Edgar Allan Poe, a quien tradujo extensamente. A menudo se le
atribuye haber acuñado el término "modernidad" (modernité) para designar la experiencia de la vida en la metrópolis
urbana y la responsabilidad que tiene el arte de capturar esa experiencia, como
es el caso del poema que nos ocupa. Las
flores del mal (en francés, Les
Fleurs du mal) está considerada su obra máxima y abarca casi toda su poesía
desde 1840 hasta la fecha de su primera publicación en 1857, que le valió una
condena por inmoralidad. La sentencia lo obligó a excluir poemas de la obra, a
lo que el autor argumentó que el libro debía ser "juzgado en su
conjunto", tal como él lo había concebido: un poema total, que no seguía
un orden cronológico sino un orden de finalidades. La censura que recayó sobre algunos de sus
poemas no fue levantada en Francia hasta 1949. Escribió también Los paraísos artificiales (1860), sobre
sus experiencias con el alcohol y otras drogas, y los Pequeños poemas en prosa (1862).
Las flores del mal es una obra de concepción clásica en su estilo y
romántica por su contenido, en la que los poemas se disponen de forma orgánica
(aunque esto no es tan evidente en las ediciones realizadas tras la censura y
el añadido de nuevos poemas). En ella, Baudelaire expone la teoría de las
correspondencias y, sobre todo, la concepción del poeta moderno como un ser
maldito, rechazado por la sociedad burguesa, a cuyos valores se opone. El poeta
se entrega al vicio (singularmente la prostitución y la droga), pero solo
consigue el tedio y el hastío (spleen,
como se decía en la época), al mismo tiempo que anhela la belleza y nuevos
espacios ("El viaje"). Es la "conciencia del mal".
Con Las flores del mal, Baudelaire dio fin al ciclo del Romanticismo
para abrir paso a la Modernidad, no sólo por la temática de su obra, sino por
el replanteamiento estético que en ella se hace. Aunque para algunos su autor
es la perfecta síntesis del Romanticismo (de la que hay ecos evidentes en su
poesía), para otros el precursor del Simbolismo, y tal vez haya sido ambas
cosas al mismo tiempo. También es considerado el padre espiritual del
Decadentismo que aspira a épater la
bourgeoisie, es decir, escandalizar
a la burguesía, la clase social dominante en la Francia que le tocó vivir, en
la que se sentí absolutamente extraño. Los críticos coinciden al señalar que
formalmente abrió el camino de la poesía moderna. Su oscilación entre lo
sublime y lo diabólico, lo elevado y lo grosero, el ideal y el aburrimiento
angustioso (el spleen) se corresponde
con un espíritu nuevo, y precursor, en la percepción de la vida urbana. Además,
estableció para la poesía una estructura basada en las antedichas correspondencias
entre los distintos sentidos, idea que desarrolla en el poema de ese título de Las flores del mal. Las correspondencias
equivalen a audaces imágenes sensoriales representativas de la caótica vida
espiritual del hombre moderno, con las que imprimió una estética nueva, donde
la belleza y lo sublime surgen, a través del lenguaje poético, de la realidad
más trivial.
Baudelaire dividió el libro en
seis partes (siete si incluimos el poema-prólogo “Al lector”), como un
itinerario moral, espiritual y físico: “Esplín e ideal”, “Cuadros parisinos”, “El
vino”, “Flores del mal” y “Rebelión” y “La muerte”. Esta obsesión de que no consideraran su libro
como una mera recopilación de poemas, si no como un libro con principio y fin, influirá
en poetas como Stéphane Mallarmé hasta Jorge Guillén, en su obra Aire nuestro. También el simbolismo de
Rimbaud, Verlaine y Mallarmé es especialmente deudor de esta profunda
concepción estética de Baudelaire. La amplificación expresiva que realizó con
la metáfora contribuyó en todo caso a sugerir el terreno ilimitado en el que
podía expandirse el sistema de representación de la poesía, como ilustra en
forma poética en “Correspondencias”. Todo ello fue de importancia decisiva para
el desarrollo de la poesía en el siglo XX, junto con la experimentación de
Arthur Rimbaud, el principal de los poetas "malditos", quizá el mejor
heredero de Baudelaire. El propio Rimbaud fue uno de los primeros escritores en
exaltar al poeta parisino: cuatro años después de su muerte, coronaba a
Baudelaire como "rey de los Poetas, verdadero Dios”. Por su parte, los
escritores modernistas de lengua española, muy especialmente Rubén Darío,
adoptaron plenamente la visión del poeta que Baudelaire planteaba en su famoso
poema “El albatros”, la belleza en lo "no bello".
Aunque Baudelaire nació en
tiempos de la restauración monárquica (su padrastro fue un militar que ascendió
a altos cargos durante la misma), su período de máxima creación transcurre
entre 1840 y 1860, años en los asiste a la caída del régimen de Luis Felipe de
Orleans por la Revolución de 1848, así como a la implantación del II Imperio
por el golpe de estado de Napoleón III. Son tiempos, como se ha dicho, de
predominio de la clase burguesa y su moral, ajena por completo a la del poeta.
Son también los años de las reformas modernizadoras que crearon el París que
hoy conocemos, a cargo de su alcalde, el barón Haussmann, las cuales acabaron
con la ciudad antigua, casi medieval, que Baudelaire tanto paseó y poetizó.
Me ha ayudado, GRACIAS
ResponderEliminar