En fin, en fin, sin darnos cuenta la primera evaluación y el trimestre se han acabado y con ellos se nos escapa también el 2009. Fugit irreparabile tempus, decían los latinos, acuñando así un tópico que versionarían en castellano Jorge Manrique o Quevedo, entre muchos otros.
En menos de tres semanas celebraremos la llegada de un nuevo año, esta vez con verdaderos motivos (y si no, al tiempo), entre los que merece destacarse el centenario del nacimiento de Miguel Hernández (1910-1942), un gran poeta del siglo XX, autor de bellísimos sonetos como el que sigue:
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.
Murió muy joven, desgraciadamente, preso en una cárcel por su militancia en el bando perdedor de la incivil guerra española (1936-1939). Sin embargo, su largo aliento poético nos va acompañar durante todo el año que viene y desde ahora mismo.
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